JUEGOS
Jugábamos a intentar.
Intentábamos
que la rosa volara
de insecto en insecto
Intentábamos
que la rosa volara
de insecto en insecto
(el tacto del deseo era caliente
y era absurda
la inmovilidad de las flores).
y era absurda
la inmovilidad de las flores).
Jugábamos a decir que sí.
Asentíamos cuando dolía
porque esos eran
los gajes del amor
(el olor del deseo nos complicaba las manos;
había que hacer algo con los veinte años,
había que sacudir las hebras del cuerpo,
aullar como los barcos,
recibir los signos,
las pequeñas cuchillas,
los fonemas de luz).
Asentíamos cuando dolía
porque esos eran
los gajes del amor
(el olor del deseo nos complicaba las manos;
había que hacer algo con los veinte años,
había que sacudir las hebras del cuerpo,
aullar como los barcos,
recibir los signos,
las pequeñas cuchillas,
los fonemas de luz).
Pero nos perdíamos
en la piel del otro
(el gusto del deseo se adelantaba en los labios;
él decía que los espejos eran mundanos
y yo apoyaba una mano
en la tibieza de su garganta).
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