miércoles, 2 de noviembre de 2011

HERIDAS


HERIDAS



 No toco mis heridas  

porque aún no están cicatrizadas.  

Aprendí  

a convivir con ellas  

como se convive en primavera  

con una alergia molesta,  

como se convive en invierno 

con un resfrío inoportuno.  

Pero jamás las toco.  

Me distraigo  

pintando flores en las paredes de mi cuarto,  

empolvando mi nariz de señorita victoriana  

o bordando iniciales  

en anacrónicos manteles de colores  

que jamás voy a usar.  

Me conformo 

adjetivando el sonido de la lluvia,  

deshaciendo los pájaros de niebla  

que tiemblan en mis labios  

con la saliva huérfana y rotunda 

que no gasté en tu boca.  

Los amantes vienen y se van  

-los nudos de carne se deshacen  

con un soplo de viento-  

y la lluvia persiste,  

y los soles son cada vez más débiles  

y se quiebran como vidrio coloreado  

cuando intento clavarlos 

en la ventana que abrí,  

cuando te amaba,  

en el muro secreto de mis ensoñaciones.




Arte: "The Goddess Hel", Elizabeth Caffey


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