EL GRITO DEL INVIERNO
Los relojes deshacen
el murmullo del vientre.
Gatillan su propósito de páramo.
La porción nacida se salva.
Lo que resta se fuga.
Se extinguen
el caos de las arterias,
los pétalos violentos.
Hilos de sangre claudican
a la hora exacta.
Boquean como un pez a la intemperie.
Desnuda e inmóvil,
en lo más hondo
de los ojos de un gato,
ella desconoce su cuerpo.
El verdugo hace un nudo
en el silencio de sus pestañas.
Algo se acaba.
No lo echa ni de más,
ni de menos.
Todo viene y se va.
La vida.
El invierno llegó
para matar a los niños.
Los relojes deshacen
el murmullo del vientre.
Gatillan su propósito de páramo.
La porción nacida se salva.
Lo que resta se fuga.
Se extinguen
el caos de las arterias,
los pétalos violentos.
Hilos de sangre claudican
a la hora exacta.
Boquean como un pez a la intemperie.
Desnuda e inmóvil,
en lo más hondo
de los ojos de un gato,
ella desconoce su cuerpo.
El verdugo hace un nudo
en el silencio de sus pestañas.
Algo se acaba.
No lo echa ni de más,
ni de menos.
Todo viene y se va.
La vida.
El invierno llegó
para matar a los niños.
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