INSOMNIO
Me revuelco en las nalgas del insomnio.
Testigo
de este juego perverso
una mosca se posa
sobre mi hombro blanco
con un dejo de atónita ternura.
Yo
no besé un crucifijo
cuando juré olvidarte,
no hubo una copa rota
partiéndome la boca,
ni siquiera un asomo de mariachis.
Será por eso
que vuelve cada noche
tu fantasma hecho insomnio
y me salpica con gotas de verano,
y hay una mosca, siempre,
reposando
sobre mi hombro blanco
y mintiendo el crisol de mariposas
que engendraban tus manos
tan sólo con tocarme.
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