RAQUEL
Raquel vuelve del aire de la espera,
de la batalla antigua.
Sus grandes ojos negros
escrutan asombrados
las chispas azuladas
en el borde de un pájaro y un niño.
Raquel tiende las manos
sangrando letras ásperas e inquietas.
El pecho abierto,
el corazón latiendo.
Vadea el río oscuro,
escogiendo las piedras
con el tacto medido
de los dedos desnudos.
Manuel en la otra orilla
enhebrándole el hilo,
tejiéndola a la vida.
Raquel se hace cristal
en cada verso.
SOLEDAD SÁNCHEZ MULAS
Raquel vuelve del aire de la espera,
de la batalla antigua.
Sus grandes ojos negros
escrutan asombrados
las chispas azuladas
en el borde de un pájaro y un niño.
Raquel tiende las manos
sangrando letras ásperas e inquietas.
El pecho abierto,
el corazón latiendo.
Vadea el río oscuro,
escogiendo las piedras
con el tacto medido
de los dedos desnudos.
Manuel en la otra orilla
enhebrándole el hilo,
tejiéndola a la vida.
Raquel se hace cristal
en cada verso.
SOLEDAD SÁNCHEZ MULAS
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