THE BOOK OF MIRRORS
Me interrogo, cada mañana, en el vértice del espejo.
1
Había una vez un espejo.
No había un hombre,
no había una mujer.
Ningún jadeo penetraba
el denso protocolo
de un calculado festín carnal.
Había una vez un espejo.
Un espejo solo.
Abierto.
Como un interrogante.
Caer dentro de un espejo es un ejercicio arduo
que requiere prescindir de cualquier máscara.
2
La sangre aplicada de tu bestia
gesticula desde el otro lado.
El botín inalcanzable
es la sangre.
El cuerpo del deseo es la bestia
El error es la máscara.
Algunos hombres son como espejos
-la niña correcta se equivoca una vez más:
todos los hombres son como espejos-.
3
Y entonces el macho se parte
y vuelan sus semillas
hasta la boca idéntica
que mastica su espasmo.
Una sombra babea,
muy desnuda,
crispándole los ojos.
Cuando el espejo me bebe, el infinito se acaba en mis temblores
(es como tenderle el cuello a un asesino).
4
Y entonces la hembra expone
la viudez de su garganta
al tajo del cristal que donde se gastan
los pulgares del sueño.
Del otro lado,
las bestias cantan.
Alguien cruza el espejo y cubre mi cuerpo, como una sombra.
5
Las voces que instruyeron
la hoguera primitiva de los muslos
insisten en roer el hueso de la urgencia.
No hay un hombre,
no hay una mujer.
Hay un estallido tendiendo sus redes
en los orificios perturbados de dos cuerpos.
Y algunas mentiras
que ríen,
como hienas.
Me miro en un espejo de cenizas:
todos los espejos son de ceniza desde que olvidé el rito del fuego.
6
El semen devoto de tu bestia
aúlla desde el otro lado.
La página en blanco
es el semen.
La palabra tullida es la bestia.
El poema cruel es el silencio.
Tu espejo se desangró, desafiando el rigor de la materia.
Consumiste tu vida en un instante. Era la señal.
7
Había una vez un espejo.
Había un hombre.
Había una mujer.
Había una distancia que se medía
en brújulas obscenas.
Había una vez un hombre roto,
con un girasol invertido entre las piernas.
Había una vez una mujer entreabierta,
goteando partículas de luz.
El hombre estaba solo.
La mujer lloraba.
Un sonido acribillado. La noche.
Se bifurcan los caminos del abismo.
La caída es libre dentro de cualquier espejo.
8
¿Y si quebramos todos los espejos?
¿Y si tentamos al luto
con las vértebras calientes de una sábana?
¿Y si clavamos este suicidio ridículo
en la garganta de un pájaro?
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)

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