HUÉRFANOS
Una llamada telefónica
a mitad de la madrugada
y el agua prenatal que nos sostuvo
durante tantos años
se evaporó en un rumor de peces rotos.
Nos han cegado.
Nos han convertido en huérfanos,
expatriados del paraíso umbilical,
vacíos como cántaros inciertos.
Ya no hay mamá.
Tan solo quedan
un ruedo de margaritas
girando en la memoria,
un nudo de luciérnagas febriles
alumbrando el camino
hacia el jardín del pasado.
Como cachorros arrancados
del pezón y la leche
nos acurrucamos unos junto a otros
para darnos calor.
Pero es inútil.
Ya no hay mamá.
Y la ausencia tiene
los pies helados.
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