martes, 20 de mayo de 2025

CENICIENTA NO SABE


 CENICIENTA NO SABE



Yo no sé

quién sujetó mi voz

con hilos de intemperie

y me dejó este camino de silencio

-una cinta polvorienta que repta

al canto de un abismo de flores de plástico

y culpas mal enjuagadas

con visitas incómodas y galletitas de limón-.



Yo no sé

quién destejió mi vestido de abejas

y le torció el pescuezo

a la húmeda golondrina

que volaba y comía entre mis piernas.

De repente,  concluyó el verano

De repente, se rompió la aromática

unidad de las uvas

y las redes de la luna

dejaron de apacentar mis sueños.



Yo no sé si fui una princesa

o una reina

o una simple mendiga

a las puertas del verso.

Di dos o tres pasos de baile

y sequé algunas lágrimas,

pero la escuela de la vida me aplazó,

como a todo el mundo.



Yo no sé si me ahogué en la luz

y ya estoy muerta.

O si todavía vivo para contarlo.

Contar eso que no sé,

porque yo no sé,

yo no sé…


 
Yo no sé quién me corta las uñas

cuando crecen demasiado

y no sé como es dormirme en las riberas

de un cuerpo que no ladra de tristeza.
 


Y no sé,

te juro que no sé,

dónde dejé mi zapato.







Del poemario "La antigua enfermedad del otoño", Ediciones de la Iguana, 2011

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