domingo, 5 de mayo de 2024

EL PRIMERO


 EL PRIMERO

 

Era el amor en el tiempo en que las frutas

parpadean cegadas de verano.

Mis dieciséis años en puntas de pie

no alcanzaban a sus veintiuno.

Pero su cara era una cicatriz blanca,

una luna llena encandilada,

cuando la noche se comía al tiempo

en su  insistente tic tac de deseo.

 

Yo lo pensaba y soñaba

los sueños de Camila O’Gorman.

Escaparnos, huir,

que me tocara,

deshojarme entre sus dedos.

Cambiar de nombre,

de rumbo,

de historia.

Él me pensaba, quizás,

y me llevaba a pasear en su mirada.

Dieciséis años,

guardapolvo tableado.

Y debajo de la piel un relámpago.

 

Una vez me besó.

Mi cuerpo insistía tanto

que él bajó hasta mi boca

y forjó un nido de saliva en mi lengua,

como si fuera el pájaro

más hermoso del mundo.

 

A veces pienso

que nunca volví a amar como lo amé.

Cien miradas y un beso.

Tan poco. Tanto.

 

Era el amor en un tiempo de flores,

una amenaza dulce,

una sed exquisita,

un nudo de sandías y cigarras.

Eso que nos pasa cuando tenemos dieciséis

y recordamos

como el primer dolor.

 

Como el primer milagro.

 

 

Arte: Romero Britto

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