PERO NO
Cuando lo conocí
me zambullí en sus ojos vedes
y me dejé arrastrar por sus mareas.
Yo era un pez enfermo de anzuelos
y él me dio la libertad.
Apartó mi boca de lo que dolía
y la llevó al beso.
Cuando lo conocí
imaginé que éramos uno,
atravesados por la misma lucidez
y el mismo espanto.
Quise instalar un nido
en la meseta de su espalda,
un lugar donde bordar futuro
con briznas y plumas.
Pero no resultó.
A él le gustaba hacer el amor
y a mí recitar poemas.
Que es casi lo mismo.
Pero no.
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