Tenía seis años cuando me regalaron
una llavecita para darle cuerda a mis pies.
La insertaba en una ranura imaginaria
y la hacía girar con alegría.
Entonces era yo la que giraba,
con los brazos en alto,
sostenida por un tutú de fantasía
y la música venía de cualquier parte.
La
torpeza y la impaciencia hicieron
que tal maravilla se rompiera enseguida.
Fue como si el tutú
se durmiera para siempre.
Nunca volví a bailar.
una llavecita para darle cuerda a mis pies.
La insertaba en una ranura imaginaria
y la hacía girar con alegría.
Entonces era yo la que giraba,
con los brazos en alto,
sostenida por un tutú de fantasía
y la música venía de cualquier parte.
que tal maravilla se rompiera enseguida.
Fue como si el tutú
se durmiera para siempre.
Nunca volví a bailar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario