lunes, 16 de agosto de 2021

DOS DÍAS EN LA VIDA


DOS DÍAS EN LA VIDA
 
Dos días estuve internada
en una clínica psiquiátrica.
Dos días. Casi nada.
Pero cuando me dieron el alta
lloré por esas palomas rotas
a las que nadie les abrió
las puertas de la jaula.
Dos días estuve encerrada
sin espejos donde mirarme y odiarme;
donde mirarme y reflejarme,
y aceptar que no soy un vampiro,
que aunque me chupe la sangre y la vida
con una gula atroz
no soy un vampiro,
soy una señora que escribe
porque los espacios en blanco la perturban
y a veces no quiere levantarse de la cama.
Tengo trastorno bipolar y no me levanto.
No, y no.
 
Dos días estuve internada
en una clínica psiquiátrica.
Dos días. Casi nada.
En dos días envejecí doscientos años. 
 
Antes,
cuando el olor de mi sexo me golpeaba,
imaginaba el amor.
Ahora,
me arrastro hasta una camilla,
un camisolín escueto,
una desnudez que me agravia,
una sonda.
 
Antes,
cuando escuchaba a Fito cantar
“Dos días en la vida”,
me imaginaba un fin de semana de juerga,
margaritas y Brad Pitt.
Ahora,
me arrastro hacia una camilla
con los brazos en cruz,
y pido perdón,
perdón, perdón.
Me pido perdón.
 
Lo doloroso es que no me perdono nunca.


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