martes, 31 de agosto de 2021

EN LA MITAD DEL CORAZÓN...


En la mitad del corazón que alimento

con pajaritos negros

todavía está escrito tu nombre.

Tu nombre está ahí,

un papelito lo sostiene,

un papelito titánico,

cuánto pesa el recuerdo,

cuánto pesas vos ausente.

 

lunes, 30 de agosto de 2021

TENÍA SEIS AÑOS CUANDO ME REGALARON...



Tenía seis años cuando me regalaron
una llavecita para darle cuerda a mis pies.
La insertaba en una ranura imaginaria
y la hacía girar con alegría.
Entonces era yo la que giraba,
con los brazos en alto,
sostenida por un tutú de fantasía
y la música venía de cualquier parte.
 
La torpeza y la impaciencia hicieron
que tal maravilla se rompiera enseguida.
Fue como si el tutú
se durmiera para siempre.
Nunca volví a bailar.

sábado, 28 de agosto de 2021

ISLANDIA


 ISLANDIA
 
Yo también pienso, a veces, en Islandia.
Pero no pienso en  Odín y sus dos cuervos,
ni en Iðunn y sus manzanas,
ni en los Vanir y la dulce Freyja.
Pienso en sus primorosas casas de colores,
esas, que en las fotos de la web,
parecen cajitas de remedios pintadas con témpera
luciéndose en una maqueta infantil.
Pienso en  alguna canción de Björk.
Nada demasiado pretencioso.
Los dioses y los gnomos
suelen serme esquivos
cuando miro y me miro
la duda, la incertidumbre, el desorden.
Cuando el sábado a la noche dan “Gigante” en la tele
y nos juntamos con las amigas de siempre
a llorar por James Dean
y a contar historias de novios que nos abandonaron
y tenían los labios así,
curvilíneos, carnosos,
como hechos para el beso.
 
No me sobra el tiempo para pensar en Islandia,
pero a veces pienso, sí.
Nada demasiado sublime.
No soy una criatura elegida.
Las palomas que manchan
las veredas del barrio
poco tienen que ver con Hugin y Munin.
No son animales ilustres.
No viajan por el mundo recabando noticias
para congraciarse con su amo.
Apenas comen pedacitos de pan duro
de la mano de la vieja de la otra cuadra
(la loca, la que me mueve a risa,
aunque a veces sospecho que ningún dios,
ni siquiera uno nórdico,
es más sabio que ella,
y que las palomas,
que parecen regodearse en su ignorancia,
son menos tontas de lo que imagino).
 
Yo también pienso, a veces, en Islandia.
Pocas, eso sí.
El sur tiene sus urgencias y sus encantos
y descreo de los que juran
que en esa tierra de magia y nieve,
todo el mundo es feliz.
Yo no podría ser feliz
en un lugar sin duda, ni incertidumbre, ni desorden,
ni mujeres llorando porque una pequeña deidad rubia
fuera de libreto
estrelló su boca perfecta en ese maldito Porsche
hace más de cincuenta años.
Aunque haya un dios 
repatingándose en su trono
en cada esquina
y Björk cante como un ángel.

martes, 24 de agosto de 2021

LA SOLEDAD ES...



La soledad es un agujero en el mantel

donde la vida dispone

los platos y los días.

Mi lengua enhebra muertos y versos

para zurcir el desgarro.



Arte: "The red-chequered Tablecloth or The Dog’s Dinner", Pierre Bonnard

domingo, 22 de agosto de 2021

CUANDO ME DIJERON...


 

Cuando me dijeron

que los Reyes eran los padres,

lejos del enojo o la desilusión,

corrí a pedirle a mamá

mi corona de princesa.

 

La infancia fue

el vaso medio lleno.

 

 

Arte: “Little Princess”, T. Matthews Fine Art


viernes, 20 de agosto de 2021

jueves, 19 de agosto de 2021

TU RISA



TU RISA

 

Ningún hombre puede escuchar tu risa.

Ningún pajarito puede soltarse de tu garganta

y volar hasta tus labios

para deshacerse en trinos.

Ninguna flor puede estallar en tu boca

en un do re mi de estambres ondulantes

como pequeños tentáculos de azúcar.

Ningún poema puede danzar en tu lengua

agitando pañuelos rojos

y alardeando con espejos diminutos

del poder de la luz.

 

Nadie podrá escuchar tu risa

ahora que vos,

las flores, los pajaritos y la poesía

fueron embalados,

con ferocidad,

en una caja de cosas inútiles.

Esas

que se pudren en un desván de arena,

sin sospechar, siquiera, 

su vocación inapelable de tesoros.



Arte: ShamisaHassani


lunes, 16 de agosto de 2021

DOS DÍAS EN LA VIDA


DOS DÍAS EN LA VIDA
 
Dos días estuve internada
en una clínica psiquiátrica.
Dos días. Casi nada.
Pero cuando me dieron el alta
lloré por esas palomas rotas
a las que nadie les abrió
las puertas de la jaula.
Dos días estuve encerrada
sin espejos donde mirarme y odiarme;
donde mirarme y reflejarme,
y aceptar que no soy un vampiro,
que aunque me chupe la sangre y la vida
con una gula atroz
no soy un vampiro,
soy una señora que escribe
porque los espacios en blanco la perturban
y a veces no quiere levantarse de la cama.
Tengo trastorno bipolar y no me levanto.
No, y no.
 
Dos días estuve internada
en una clínica psiquiátrica.
Dos días. Casi nada.
En dos días envejecí doscientos años. 
 
Antes,
cuando el olor de mi sexo me golpeaba,
imaginaba el amor.
Ahora,
me arrastro hasta una camilla,
un camisolín escueto,
una desnudez que me agravia,
una sonda.
 
Antes,
cuando escuchaba a Fito cantar
“Dos días en la vida”,
me imaginaba un fin de semana de juerga,
margaritas y Brad Pitt.
Ahora,
me arrastro hacia una camilla
con los brazos en cruz,
y pido perdón,
perdón, perdón.
Me pido perdón.
 
Lo doloroso es que no me perdono nunca.


sábado, 14 de agosto de 2021

TAN EXTRANJERA...


Tan extranjera, sí,
constelando banderas ajenas.
Con la mitad del lenguaje escribiendo el corazón
y la otra mitad
haciendo pie en la mordaza.



Arte: "Atardecer", Gabriela Labudda

jueves, 12 de agosto de 2021

¿QUÉ FUE DE BABY JANE?

 

¿QUÉ FUE DE BABY JANE?

 

La distancia que hay

entre Edgard Allan Poe y “Susy, secretos del corazón”.

La distancia que hay

entre el verano incinerando

dieciséis años en celo

y las medias azules

subidas hasta las rodillas.

La distancia que hay

entre la primera y la segunda.

Me tocó ser Laura Ingalls,

Jo March,

la Gertrudis de “Como agua para el chocolate”,

secuestrada o fugada,

pero siempre loca.

Me tocó nacer después de la hija perfecta

y no pude hacer mucho más

que embarrar la cancha.

 

(“¿Entonces todo este tiempo podríamos haber sido amigas?”)

 

No es falta de amor:

es el olor de la tormenta,

la estúpida pirotecnia del “yo dije, vos dijiste

estallándonos la boca;

es esa canción

y “¿la fiera más fiera

dónde está?”

 

No es falta de amor:

es la perezosa voluntad de la sangre

que se retrae

como las piernas de una virgen pudorosa.

 

La sangre.

Esa estrella licuada

constelando

en los angostísimos caminos del cuerpo.

 

Esa estrella que es hermosa y  triste,

y quizás está muerta.

Esa estrella que no obliga.

Apenas inclina.


 

Arte: "Bad Sister. God sister.", Pavel Kuragin 

martes, 10 de agosto de 2021

PORQUE TU CANCIÓN DE CUNA...


 

Porque tu canción de cuna

fue la desesperanza

y mamaste

la leche negra del insomnio,

yo te absuelvo, hijo mío,

del pecado de parecerte a mí.


Arte: Tuan Azizi

domingo, 8 de agosto de 2021

EL CUERPO...


 

El cuerpo,
esa pequeña jaula de nieve
donde el amor hibernaba
se desperezó en una convulsión de plumas blancas
cuando lo golpeó la sangre.
Y fue pájaro.
Y fue miedo.
Y fue una cornisa
donde caminar la boca inicial,
la primera lengua hablando deseo. 

viernes, 6 de agosto de 2021

EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN


EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN

 

 

No sé si fue el firme propósito de morir

 

o la urgencia de acabar con una discusión.

 

Una pastilla, dos pastillas, diez pastillas

 

Perdí la cuenta.

 

Al rato,

 

flotando sobre  mi cuerpo,

 

como en una mala copia de “Ghost”,

 

me vi con mi tapado rosa

 

y un camisón gris asomando debajo,

 

acostada en una camilla de ambulancia.

 

Una pastilla, dos pastillas, diez pastillas.

 

 

De una camilla a otra, a otra, a otra.

 

casi desnuda,


apenas cubierta con un camisolín ridículo,

 

traté de contestar preguntas que no entendía,

 

intenté que mis párpados no se derrumbaran.

 

Más tarde el suero, la sonda vesical.

 

El murmullo al que nadie atendía:

 

quería dormir, nada más.

 

Una pastillla, dos pastillas, diez pastillas.

 

¿Quería dormir nada más?

 

 

No sé qué pasó después


pero abrí los ojos en una habitación vidriada.

 

donde me sentí una presa de zoológico

 

expuesta a la mirada de todo el que pasaba:

 

el animal entumecido

 

como entretenimiento cruel.

 

Lloré hasta que me inyectaron algo

 

y me disolví en la noche.

 

Una pastilla, dos pastillas, diez pastillas.

 

 

 

Al otro día me encerraron en una cuarto blanco

 

con las ventanas trabadas

 

(no sé si fue el firme propósito de morir

 

o la urgencia de ser pájaro)

 

y una madera pintada

 

ocupando el lugar donde debería haber un espejo

 

(no sé si fue el firme propósito de morir

 

o la urgencia de romper el espejo

 

y embadurnarme la boca con sangre).

 

Dos días estuve encerrada.

 

Hasta que viniste vos. Con la doctora.

 

Y me hablaron.

 

Y yo dije que sólo quería dormir.

 

Y firmé un papel.

 

 

Y acá estoy, mirando Netflix,

 

como si no hubiese pasado nada.

 

 

El elefante en la habitación nos mira,

 

No lo vamos a nombrar.

 

No vamos a admitir qué está ahí 


meneando su enorme cabeza

 

cada vez que tomamos impulso

 

y escupimos silencio.

 

Cada vez que me callo

 

me cruza el paso.

 

Una palabra bastaría para que se desvanezca.

 

Pero no hay palabras para nombrar tanto dolor.



 

Seguro que me acostumbro a él.

 

Seguro que él se acostumbra a mí.

 

A mi manía de amordazar

 

esto de adentro que pide ser dicho a gritos.


 

 

Por ahí algún día contamos pastillas

 

el elefante y yo.

 

Una pastilla, dos pastillas, diez pastillas.

 

Por ahí algún día queremos dormir juntos.

 

 

Quién sabe.