lunes, 22 de febrero de 2021

UN DÍA CUALQUIERA

 

UN DÍA CUALQUIERA

 

Y un día cualquiera

le dan el Oscar a Leonardo DiCaprio,

Brad y Angelina se divorcian

y empiezan a pasar esas cosas

que una daba por sentado

que no iban  a pasar nunca.

“Lo  bueno que tiene la vida

es que no se queda quieta”,

dice mi amiga optimista,

sin tener en cuenta

que mi vida es un elefante en un bazar

y cada vez que se mueve

invita al caos.

Un bazar de Once, además,

nada de pisar cristales de Bohemia.

Pisar vidrio barato,

emociones baratas,

lealtades baratas.

 

Antes lloraba frente a la leche derramada.

Ahora ni siquiera puedo llorar.

Tengo los ojos mudos,

la boca viuda,

la palabra vedada.

No puedo escribir.

No quiero escribir.

 

Quiero borrar veinte años de un plumazo,

volver a las clases de catequesis familiar

y refutar las diez plagas de Egipto

con la National Geographic en la mano.

Quiero ponerle los pelos de punta

al matrimonio bien avenido que me explica

que no puedo comulgar

porque  me gusta el amor

y ningún santo varón bendijo mi cama.

 

Jesús era un hippie, gente.

Ay, si los viera.

 

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