ALGÚN
DÍA
Algún
día voy a escribirte un poema que no me duela.
Algún
día voy a sentarme a hablar con tu recuerdo
con una
taza de café en la mano
y un
nudo tibio de gatos
desordenándome
los pies
y voy a
contarte tantas cosas.
Voy a
contarte que ya nadie me pregunta
“¿Vos también escribís?”
y hasta
me invitan a leer algunas veces
las
pavadas que escribo.
Que Manuel es casi abogado,
y Leandro casi papá,
y Matías se parece tanto a vos.
Que
tengo una nueva casa,
y un
nuevo perro,
y el
marido de siempre que ladra pero no muerde.
Que
todos los días te pienso,
pero el
amor desató el nudo que me mordía la garganta
y las
lágrimas se convirtieron en astillas de infancia:
los
pinos, la fosa, los sapos,
las
películas de terror con Vincent Price
los
sábados a la noche,
el
terraplén del Triángulo de Bernal
y
nosotros rodando en una fiesta de pasto y cielo.
De la
muerte, ni mu.
A la
muerte, nada.
Es
otoño
y el
jardín milita
un
estruendo de flores blancas.
Yo creo
que eso es la esperanza.
La que
no pierdo, hermano.
La que
no pierdo.
Algún
día voy a escribirte un poema que no me duela.
Y vos
lo vas a criticar, claro.
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