TERRONES AMARGOS
Debajo de la palma de mi mano
la intemperie aúlla
su itinerario de fresas ácidas.
Un eclipse de pupilas,
una luna que se rompe en la garganta,
el pelo sucio de muerte.
El frío que viene.
El frío.
Él hace un pozo cerca del macizo de calas
(van a dolerle todos los huesos esta noche
y los huesos serán su excusa para desvelarse
por el animal muerto).
Yo deshago terrones amargos
y lloro sin levantar la voz.
Sangra de corazón el jardín,
cada vez más triste.
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