lunes, 6 de mayo de 2019

LECTURAS "ABRAZO DE VOCES" 2019



LECTURAS "ABRAZO DE VOCES" / MAYO 2019


ANTONIA                                                                                            

Verso en riesgo       

“Alguien llorará
quien sabe dónde – quien sabe dónde
alguien buscará el crisantemo
para mí
en el mundo cuando deba marcharme sin retorno.”
Antonia Pozzi (1912 – 1938)



Como intuía el sol intuía la guerra,
algo muerto y enorme  que se acercaba
vomitando lejos de mí a los amigos judíos,
y veía caer los pájaros en los campos de batalla,
sentía su peso,
la imposibilidad de las alas.
Veía el punto final de amapolas
y después del punto final, la sangre
siguiendo su camino sedicioso,
y los amigos judíos que no volvían.
Intuía, también,
que el amor
era poco más que un verso en riesgo
y unos labios mezquinos.

Dejé el cuerpo en el patio del invierno
vacío de mí,
un hueco para rellenar con crisantemos,
y él creyó
que había vuelto al pueblo o a la cama,
y se dio permiso para olvidarme.




SYLVIA


                                                                                         La ventana                                                                                       

“La luna no tiene porqué entristecerse,
mirando fijamente desde su capucha de hueso.”
Sylvia Plath (1932 – 1963)


La ventana

vomita coágulos de cielo

y el cerebro apaga sus luces,

una a una,

se acabó la fiesta. 

Yo aúllo en negro

(el negro es un silencio espeso

como la saliva

de un condenado a vivir).

Yo blasfemo en negro,

y dos niñitos traslúcidos

desayunan sándwiches de huevo,

waffles,

jugo de naranja,

en una habitación sin ventanas

al otro lado del mundo.



Yo,

mutante rubia,

fantasma de pelo rojo,

judía, jabón, jodida,

abrazando las botas de papá,

lamiendo las botas de papá,

ofreciéndole un final chiquito

de cámara de gas,

de Auschwitz doméstico.



La ventana fue un colirio

aliviando

mi mirada de invierno.

Ahora vomita los colores,

los escupe, los desguaza,

que se vayan,

colores, placebos,

dormirmorir

se hace siempre en negro

que se vayan.


A veces,

saco la cabeza del horno,

recojo mis poemas,

recojo mis gusanos,

en una fiesta de resucitados que dura nada,

que dura apenas una ventana,

un colirio, un jabón,

unos hijos remotos.








 ASSIA                                                                                                                         
Sylvia está muerta


“Sylvia está creciendo en él, enorme y espléndida. Yo me encojo cada día, mordisqueada por ambos. Me comen”.
Assia Wevill (1927 – 1969)



Sylvia está muerta y yo soy una diablesa

sentada en sus sillones.

Toco las cabezas de sus hijos

con mis uñas pintadas de naranja.

Toco la boca de su esposo

con mi vulva espesa y ardiente.

Sylvia está muerta y yo soy una bruja.

En un bosque ruso hay un caldero donde bullen

mis fetos abortados.



Sylvia está muerta pero a veces

entra en la habitación

cuando Ted y yo estamos desnudos.

Entra con ese aire a cadáver que detesto.

Yo me tapo la boca, me tapo el sexo,

me tapo el cielo.

Entra con la excusa de recoger unos poemas

que dejó olvidados en nuestra desnudez.

A veces se queda toda la noche.



Sylvia está muerta pero soy yo

la que empieza a pudrirse.

Ella crece entre las piernas de mi/su hombre.

Yo me encojo

como un conejo asustado.

Ted me dice que se va,

pero Sylvia se queda.

Gira la perilla del gas,

abre la puerta de horno.

Es ella la que arrastra la cama hasta la cocina,

la que acuesta a mi hijita en ese bote de naufragio.

La que me prepara el vaso de whisky,

las pastillas.

Sabe que su saco de viuda de amor

me queda grande.



 Sylvia está muerta y yo también estoy muerta.

Ahora estamos a mano, pero no.

Ella sigue creciendo,

un largo poema rubio convertido en tragedia.

Yo me encojo.



Me encojo.



Puta, amante, nada.



Arte: "Assia Wevill", Pilar Bonet


NILGÜN                
                                                                                                                                                                                        
Con un pájaro


“Mi pájaro y yo estamos apresuradamente dormidos
reflejados en un espejo.”
Nilgün Marmara (1958 – 1987)


Yo dormía con un pájaro
todas las noches.
Lo acariciaba con mi lengua áspera,
como la de los gatos,
y él supuraba poemas.
Y los poemas eran llagas
y las llagas,
aguijones rojos que nos clavaban
al ruedo vertical del espejo. 

Yo dormía con un pájaro
todas las noches.
Yacíamos en una jaula,
yacíamos en una cama.
Él se desangraba en barrotes,
yo, en palabras.
A veces me lo tragaba
porque lo confundía con el deseo
y sus plumas
eran suaves  bailarinas
barriendo el veneno de mi esófago.
A veces lo empujaba
dentro de mi sexo,
con mis largos dedos de suicidio,
para que creciera en mi útero
y yo pudiera parir
una canción que no doliera. 

Yo dormía con un pájaro
todas las noches,
cara a cara.
Una vez salimos juntos al balcón. 

Eso fue hace mucho,
antes de que las hormigas confundieran
mi cráneo roto en el asfalto
con una fruta algo podrida
y tan dulce. 

Antes de que la nieve
empezara a caer para siempre.


MIYÓ
                                                                                                                                                            Nadie sabe


“El primer suicidio es único.
Siempre te preguntan si fue un accidente
o un firme propósito de morir.”
Miyó Vestrini (1938 – 1991)

Estoy muerta y nadie sabe
si me desintegré en Hiroshima
o me compré la Muerte a plazos,
cincuenta cuotas de leucemia,
o cien,
y a pie de página
la risotada de los soldados.
Estoy muerta y nadie sabe
si un cowboy idiota
me destrozó el útero en Hanói
o un yonki de ojos de vacíos
me apuñaló en un callejón sin respuestas.
¿Acaso me quemaron
en una hoguera en Salem?
¿El tifus, el hambre o el gas
me sorprendieron en Duchau?
¿Fui fusilada por la primavera
contra un paredón de flores podridas?

A la intemperie,
como un perro dulcemente apaleado
por la piedad hipócrita del que pasa de largo,
estoy muerta.
Hecha un ovillo de mocos y lágrimas.
Con un rifle en la mano.
Saltando por la ventana.
Tragándome todas las píldoras que encontré en la casa.
Desangrándome desnuda en la bañera
y pensando que no,
que es tarde para acabar así,
que una mujer de estómago enorme
no debería jamás morir desnuda.
Manoteando otra vez el rifle.
Opinando que, al fin y al cabo,
morirme desnuda y gorda me importa un carajo.

Sin tubos metidos con fuerza por la nariz,
a propósito,
para que duela,
estoy muerta.
Por exceso de amor.
Por no tener un lugar donde llorar
o sentir temor y frío.

Estoy muerta y nadie sabe
si éste fue mi último suicidio.

MARTHA

La loca


"En todas las casas
habitará una poeta
-loca además-"
Martha Kornblith (1959 - 1997)





En toda familia habrá una loca,

una demente emergente

depósito de psicosis, neurosis,

distimias, ciclotimias,

cleptomanías, tricotilomanías

y todas esas mierdas

que inventan los psiquiatras.

En toda familia habrá una loca

cortando pedacitos de cielo

con los dientes,

ajena al mundo como un hippie

atascado en  una nube de opio.



Yo soy la loca de la familia.

Lo entendí

cuando enterré la muñeca en el jardín,

cuando escribí mi primer desgarro,

cuando faltó mi madre y no supe

en qué cajón buscar las medias.



Yo soy la loca de la familia.

Escribo poemas,

persigo cucarachas,

y me suicido.

Y, a veces,

brillo por mi ausencia.



Arte: "Martha Kornblith", Fría Aguilar

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