EN LA
PUNTA DE MI LENGUA
En la punta de mi lengua
un naufragio
iniciala el lenguaje de la muerte.
He vendido mi carne y mi silencio
al postor sin estrellas.
Él no vuelve y se oxida esta premura
de abrir las piernas,
prolongar el grito,
mecer los jugos de mi cuerpo
en el ritmo procaz de su garganta.
Me ha quedado el silencio como estigma
que desangra mis voces
y un blister de pastillas que no puede
devolverme a la vida.
Me ha quedado la lanza que se hunde,
feroz, en mi costado
y un nombre que no digo pero arrastro
respirando un enjambre de cadenas.
En la punta de mi lengua
un naufragio
huye del pájaro moldeado por su mano.
Y nadie se apiada de la hembra,
la que fui, la que soy, la que se duele,
la que rompió sus alas con un beso.
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