ALIVIO
Cuando
dejé tu boca creí que era la muerte.
Que vos
eras mi última apuesta de saliva,
el
último rescoldo donde caldear los huesos,
el último pecado.
Me miré
en el espejo y me sentí ridícula.
Mi
bombachita negra, diminuta, de encaje,
tiritó
como un perro mordido por el frío.
Me vi
tal como soy:
pechos que amamantaron,
abdomen
prominente,
vagina acobardada,
papada inoportuna.
papada inoportuna.
Caníbal de mí misma,
masticando,
escupiendo.
Sentí
tanta vergüenza.
Me avergonzó mi carne.
Me
avergonzó mi piel. Su caudal de reclamos.
Me
avergonzó ser vieja.
Como si
te debiera, a vos, mis veinte años.
Cuando
dejé tu boca creí que era la muerte.
El retiro formal a cuarteles de invierno.
El prólogo de un sweter tejido con desgano,
del tecito a las cinco,
de la telenovela.
La
bombachita negra ne miró y dijo basta,
nos
jubilamos juntas,
se acabaron los trotes.
Pero
no fue la muerte,
fue una especie de alivio.
Un
sacarme de encima la presión de ser nena
pasados
los cuarenta.
De
pesar treinta kilos, negar que tengo caries,
jurar que la tintura jamás me tocó un pelo.
Un mandar al carajo, feliz, a las vergüenzas,
a los talles small,
a la Cicatricure,
a las publicidades de yogures dietéticos.
Un mandar al carajo , feliz,
al
mundo, a vos.
Sobre todo a vos,
que sos
más grande que yo
y creés
que no se te nota.
Arte: Ada Breedveld
Si! Qué alivio! jaja! hermosa poesia Raquel! como siempre! besos!
ResponderBorrarGracias!!!!! Besos y buen domingo!!!!
ResponderBorrarTodas lo hemos vivido. Pocas lo expresan como tú Raquel. Gracias por eso.
ResponderBorrarAsí es, una experiencia común! Gracias por pasar y por tu comentario tan generoso. Cariños.
Borrar