HUELLAS
Él
tenía en la garganta
un
bosque de palabras que no me habían tocado nunca.
Savia amanecida
en la laringe,
golpes
de luz verde,
lianas
amorosas serpenteando
entre
vocales y consonantes.
Él me
decía
que el
amor era posible
más
allá del poema,
que la
vida era posible
puertas
afuera de mi dulce islote de pan y mermelada,
de
espaldas al blanco santuario del jabón en polvo
y el llanto
arrinconado en la mímica hueca
de la
telenovela de las tres de la tarde
Yo
tenía en la boca
todas
las heridas del viento.
Él estrelló su cantar de cantares
contra
mi gesto atávico de reina en cautiverio.
Y fue
una herida más,
un
pájaro azul agónico
tatuado
para siempre
en el
revés de mi canto.
Arte: Jesús Nodarse
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