CINCO AÑOS
A Daniel
A Daniel
Esta mañana fui al cementerio
como quien va al mercado:
tranquila,
repasando “tengo que
comprar esto o aquello,
latas
de atún sólo si no están abolladas”
y Coco
(el chinito que bautizó su desarraigo con un nombre
demasiado fácil de pronunciar)
tratando de convencerme de que “atún bueno”,
y yo
que “lata abollada no”,
que me lo enseñaron en el secundario,
Educación
para la salud se llamaba la materia,
seguro que no existe más.
Esta mañana fui al cementerio
como quien va al mercado, sí:
el pelito atado, los ojos sin pintar,
la cabeza gacha porque no tengo ganas de ponerme a charlar
con ningún vecino.
Fui sabiendo que tenía que ir
porque hoy hace cinco años que te fuiste;
compré flores,
las más lindas,
las acomodé lo mejor que pude,
supe que no estabas ahí
pero le di el gusto a mamá,
vos sabés que los viejos
creen en los cementerios.
No sé qué va a ser de los cementerios del mundo
cuando los viejos
seamos nosotros:
alguien irá a la tumba de Jim Morrison
y los demás que se jodan;
los padres, las madres, los abuelitos:
que se jodan bien jodidos
por no haber sido estrellas de rock.
Cinco años, gordo.
Cinco años sin que nadie me saque de las casillas
los 24 de diciembre.
Cinco años sin mate,
ni ratones,
ni diatribas contra el
Imperio
(¿qué dirías ahora,
emigrantes desesperados,
dolor, dolor,
y esos niñitos ahogados,
y ese puto Donald Trump,
y ese estupendo Angus
Premium Deluxe?)
Cinco años tratando de que la herida del mantel
no sangre demasiado
en cada reunión familiar,
y el vino derramado
y las naturalezas muertas pasen desapercibidas,
porque mamá está grande,
el tío está grande,
y ellos creen en los cementerios,
creen en los 24 de diciembre,
y no toman champagne a las cinco de la tarde un día
laborable como yo,
que soy poeta
-que
digo que soy poeta-,
que estoy loca,
que te extraño,
tanto, tanto,
que te extraño y sigo suturando
el agujero que nos dejaste,
y salgo tan bonita en las fotos,
tan sonriente,
y le vendo a todo el mundo que todo está bien,
que el único problema serio que tengo
son las latas de atún abolladas.
Y cambio La Campagnola
por Mellino y ya está,
listo el pollo,
acá no pasó nada.
Arte: Michele Lynch
Ay nena, cuando te leo estos poemas lo que decís me hace "pasar" del poema, porque sé que estoy leyendo la voz de tu corazón y alli voy, ahi llego porque ahi nos llevas de la mano de tus palabras, y me dan ganas de abrazarte, no para decirte qué buen poema sino para tratar de que al menos durante unos pocos segundos tu dolor... duela un poco menos.
ResponderBorrarGracias, Rafaela, estos son mis poemas/desgarros.
BorrarUn abrazo enorme!
Una tristeydulceternura .
ResponderBorrarDonde puedo comprar tu libro Interrumpidas?
Abrazo, linda.
Gracias, María Socorro. Extraño a mi hermano. Mucho. "Interrumpidas" es una edición de autor, así que yo me encargo de distribuir los libros, en lectras, presentaciones, o mandándolos por correo al interior de Argentina. Tengo una cuenta donde me depositan el dinero, o me lo envían por correo. He enviado un libro a España, para la autora del prólogo, pero aún no lo recibió. Estoy viendo cómo siguen los tiempos y si llega, porque ya me sucedió de mandar libros a Venezuela y que se pierdan por el camino. En cuanto tenga novedades, me pongo en contacto con vos. Un abrazo.
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