PAPÁ  
“Te alcanzó tu
enemiga poco a poco y te envolvió en sus telas como con un disfraz de lluviosos
andrajos.”
Olga Orozco
Tenía pies y no tenía camino.  
Sin embargo lo veo,  
caminando 
arriba/abajo mi vigilia,  
podando el jardín de mis carencias.  
Más joven que yo en su ronda nocturna  
-nunca frío, nunca ausente,
nunca atravesado en la garganta  
como un pedazo de lluvia-.  
Más joven que yo en el recuerdo.  
Los muertos no envejecen ni siquiera  
cuando las flores se cansan  
de ser manos que no tocan  
y hay un olvido demasiado largo   
hecho de pasto, de óxido,  
de cruces que no pueden   
levantar la cabeza.  
Tenía corazón y no tenía latido.  
Le di un último beso que sobrevoló la
muerte  
como una mariposa incomprensible.
Descuelgo las guirnaldas de este festejo   
que no me pertenece.  
Porque no.   
Porque hace mucho tiempo que no.  
Porque ni siquiera este simulacro de
alivio   
que es el poema  
me sirve para no tener ocho años   
cada veinticuatro de diciembre.
Arte: “L'enfant silence”, Benjamin Lacombe
1º
Premio Poesía Concurso Literario Nacional de Poesía y Cuento 2014, SADE
Florencio Varela, Florencio Varela, Bs. As. (2014)

 
Estupendo poema, Raquel. Me llega como padre y que cierto que es eso de "los muertos no envejecen"
ResponderBorrarGracias, Mario! Me sorprendo tantas veces hablando de 1976... Creo que la orfandad prematura es algo que no se termina de resolver nunca, ni siquiera con siglos de terapia! Un abrazo!
BorrarMuy lindo,tbm se nota la tristeza
ResponderBorrarRose, sucedió hace tanto... 1976... y todavía duele... Abrazo!
BorrarMARAVILLOSO Y CONMOVEDORRR!!!!!
ResponderBorrarMuchísimas gracias! Un abrazo!
BorrarUf! duele... pero tuviste suerte de tener un padre durante ocho años, que fue así recordado. Guapo este poema
ResponderBorrarGracias, Carmen querida!
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