miércoles, 5 de mayo de 2010

DOLOROSAMENTE OTOÑO


DOLOROSAMENTE OTOÑO 



La antigua enfermedad que llamo otoño 

regresa cada año. 

No puedo detenerla. 

Es una bestia púrpura que llega 

y se instala en el fuego, 

en las cadenas cuyos eslabones 

he forjado en silencio 

(anémicos domingos que gotean 

su herida de rutina, 

jaulas que asilan la feroz penumbra 

de mis pájaros muertos 

y esta jarra de vino que ahora está vacía 

y este hundirme en el pleno desencanto). 



Las voces siempre hablan de mis muertos. 

Los muros siempre arrastran mis tormentas. 

Y esa boca se muerde los latidos 

de un amor siempre exiguo. 

¿Acaso la mujer en la ventana 

sabe del frío, de mi pequeña vida, 

de mi pequeña historia de amapolas 

y de verdes histéricos? 

¿Acaso el hombre del apetito eterno 

comprende lo que  digo? 

Las palabras se pudren cuando mayo 

esparce su amnesia descarnada 

desbrozando mis versos. 



La antigua enfermedad que llamo otoño 

regresa cada año. 

El arte de vivir me sabe a poco. 

El arte de morir me hilvana el grito.




Arte: "Sleeping Beauty", Michele Lynch



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