SERENA
“Agua fija en un punto,
respirando con todos sus violines sin cuerdas
en la escala de las heridas y los edificios deshabitados.”
Federico García Lorca
Los dedos fríos de la muerte
se clavan
en la nuca de una primavera que no llega.
El horizonte trastrabilla
vulnerado
por la travesía de un cuchillo mercenario.
Quince años se desploman húmedos,
empapados
con la sangre de ella y el llanto de los otros.
Ella se va.
El pan enmohecido.
Los potros del sudor anestesiados.
Desplazada del eje de la luz la rutina del beso.
Un cuaderno la vela.
Una muñeca expósita
(una ofrenda floral de ojos azules)
ensaya un postrero mohín frente al espejo.
Ella se va.
Su voz es un cadáver transparente que aferra
y nos aferra,
un golpe equidistante
entre el gemido y la canción de cuna.
Ella se va y se queda el cuerpo,
un reducto apagado.
El tajo brutal de la garganta
todavía supura mariposas.
todavía supura mariposas.
Serena Rodríguez desapareció el 23 de junio de 2014, después de salir
de la escuela. Un día después, su cuerpo fue hallado en un descampado en la
localidad de Moreno, a metros de la parada del colectivo donde habitualmente
bajaba cuando volvía a su casa. Lucas Arévalo, de 18 años, ex novio
de la víctima, fue detenido, acusado de asesinarla de 49 puñaladas. Serena tenía
15 años.
Arte: Silvia Pelissero
Del poemario "Interrumpidas" (2017 - 2° Edición)
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