FRANCES, LA LOCA
Antes de ser la loca
Frances Farmer fue la obstinada,
la atea,
la comunista.
Hermosa y traslúcida
como un racimo de uvas rosadas
tenía los ojos viejos desde siempre.
Hollywood le pidió poco:
mirar a la cámara,
aprenderse los guiones,
decorar las fiestas de la industria,
formal y tibia.
Hollywood le pidió tanto:
callarse la boca
si un productor obsceno
le tocaba las piernas.
Demasiado para una mujer que había sido bendecida
con el don de la desobediencia.
De noche, Frances conducía su auto
hacia ningún lugar, borracha y veloz.
De día, gritaba y maldecía.
Cuando la encerraron en un manicomio
los productores sonrieron con alivio.
Kurt Cobain,
que se casó con su abismo
cuando se casó con Courtney
enfundada en uno de sus viejos vestidos,
se equivocó al vaticinar que Frances tendría
su venganza en Seattle
(Ella volverá como fuego para quemar a todos los mentirosos)
La tuvo en el mismísimo Hollywood.
Me too, Frances.
Me too.
Arte: "Frances Farmer", Doug Kemp
De "Enaguas de encaje rotas", Editorial Ruinas Circulares (2019)
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