miércoles, 17 de mayo de 2023

ATAQUE DE PÁNICO

 ATAQUE DE PÁNICO
 

Otra vez me sentí morir.

Otra vez sentí que el aire

era una masa viscosa, irrespirable,

y que los pulmones agonizaban

como álamos en un bosque

mordido por el fuego.

Otra vez sentí que el corazón se aceleraba

y corría en círculos como un caballo desbocado

golpeando mi pecho con sus patas hondas,

sabiendo que en cualquier momento lo derriban

en medio de su propio laberinto,

sin haber encontrado la salida,

sin haber deseado o perdonado lo suficiente.

Otra vez me estremeció

la inminencia del desastre.

Y me hice sudor en la cornisa del miedo.

Y me hice escalofrío en una boca

que no sabe a quién decir

cuando dice amor.

Como pude, encendí las luces de toda la casa

porque la oscuridad

siempre tiene las mejores cartas.

 

Pero no. Falsa alarma.

No era la muerte.

En la fiesta repentina de la luz

los pulmones descorcharon su alivio,

el corazón volvió a su pasito manso,

y  me acomodé, de a poco,

a la normalidad del cuerpo.

  

Me pasa de noche, en la oscuridad.

Papá murió de noche, será por eso.

Papá se acostó y la oscuridad se lo tragó entero.

  

Yo no sé de quién serán

los ojos de la muerte cuando venga.

Tampoco me importa demasiado:

sé que va a estar oscuro y no voy a poder verlos.

Pero espero que tenga las manos de mi padre

y me toque la frente como él lo hacía

antes de que mis párpados se dieran por vencidos.

Y el último bostezo se convirtiera en la llave

que abriese un sueño largo, dulce, sin sobresaltos.



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