UN
CÍRCULO DE PIEDRITAS DE COLORES
“Aquí yacen los restos de alguien que poseyó belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad y todas las virtudes del hombre sin sus vicios."- Lord Byron
En el jardín del fondo
un círculo de piedritas de colores
señala el lugar exacto
donde tu cuerpo se desmiga
entre los dedos de la tierra.
Todavía tengo tus ojos
colgados de los míos.
Tus ojos.
Esos pajaritos de terciopelo húmedo
que iban del amor a la súplica,
del dolor a la resignación
con un aleteo agotado.
En el jardín del fondo
te arrulla
la leve vibración de los insectos.
El barro se acopla a tu esqueleto.
Se enmohece tu sombra.
Toco las piedritas y te nombro
como si tu nombre fuera un mantra
o un pase de magia primitiva
capaz de regresarte a la vida.
Pero ya no hay vuelta atrás:
dejaste en cada rincón de la casa
la fatiga de la ausencia,
un soborno de arañas que se rompe
en resuellos finales,
esas manchas de muerte resistiendo
cualquier voluntad de limpieza.
Cruzaste el umbral de lo infinito
con un cangrejo royéndote las tripas,
con una efigie de pena en la osamenta.
Y esos ojos, querido.
Esos ojos que me siguen
hasta la lenta maquinaria del sueño
y nunca me dan tregua.
Esos ojos inmensos que no puedo
arrancar de los míos.