martes, 31 de mayo de 2022
SONIA
domingo, 29 de mayo de 2022
LOLA
viernes, 27 de mayo de 2022
jueves, 26 de mayo de 2022
LUCÍA
miércoles, 25 de mayo de 2022
lunes, 23 de mayo de 2022
SER MUJER EXIGE
Ser mujer
exige
una lucidez
exasperada.
Ser la
hacedora del poema,
su destino,
su boca
escupiendo sangre
después del
golpe rotundo
de la
realidad y su prosa.
Arte: "Las dos Fridas", Frida Kahlo
viernes, 20 de mayo de 2022
NUNCA NOS PROMETIMOS AMOR
No nos prometimos amor frente a Dios.
No nos prometimos amor frente a un juez.
No nos prometimos amor.
Nunca nos prometimos amor.
Sin embargo,
fue amor lo que nos llevamos el amor a la boca
durante treinta años,
lo que partimos y repartimos
en el paisaje de manteles floreados,
manteles a cuadros,
manteles que se fueron gastando con el tiempo
y se convirtieron en trapitos para limpiar
acá y allá
el polvo de los días.
Fue amor lo que nos llevamos a la boca.
A veces,
se deshizo en nuestro paladar
con la delicadeza de un sueño que se rompe
cuando el primer rayo de sol
nos empapa los ojos.
A veces,
lo masticamos con rabia,
como si nuestras muelas
pudieran quebrar el eje del mundo.
Nunca nos prometimos amor.
El amor llegó sin promesas
como un pájaro huérfano,
desnudo de palabras y rituales,
largo y libre,
un catálogo para leer todos los vientos,
un estruendo de arcabuces y ángeles.
Alguna vez creímos que se había escapado
por una herida abierta
como un gato tentado por el cielo,
pero siempre estuvo ahí,
en tu boca, en la mía,
debajo de la hojarasca de los besos dados al descuido,
un brote agazapado que nunca
se deshizo del verde.
Porque las promesas vienen y van.
Pero el amor
(eso que prescinde de todo
menos de su misterio)
Arte: "Pareja", Xul Solar
miércoles, 18 de mayo de 2022
martes, 17 de mayo de 2022
UN VIEJITO
Te tomo del brazo
y tu fragilidad me golpea
como un relámpago de papel de arroz.
Apenas un suspiro de piel
envuelve tus huesos,
como si fueras un regalo que la muerte
está esperando desde hace mucho tiempo,
un regalo que escondemos
en los lugares más insólitos de la casa,
cruzando los dedos para que no te encuentre,
siempre cruzando los dedos.
Te tomo del brazo
y ochenta años de idas y venidas,
de sueños que fueron y no,
parecen deshacerse al tacto.
“Mirá cómo estoy”, me decís,
y caminás despacito,
encorvado sobre el jardín
que cuidás a duras penas,
el trípode fracasando en el reemplazo
de la antigua soltura de tus pasos.
Pero con vos me pasa
lo mismo que me pasa cuando me miro al espejo:
nunca veo a una mujer de más de cincuenta
con los rasgos deformados por el cansancio.
Siempre me sonríe desde el cristal
la chica de veinte que se comía al mundo,
y es un alivio que me sonría
y no me reproche nada.
A vos te veo, te pienso, te sueño,
con el pelo oscuro, la espalda recta,
los graciosos bigotes de los 70’s
y esa camisa rayada de distintos tonos de verde
que saltó del placard a la cocina
y fue repasador tantos años.
Comprando regalos de Reyes,
útiles escolares, zapatillas Topper,
discos de vinilo.
Ocupando, como pudiste,
el lugar del padre ausente.
Te tomo del brazo
y tu fragilidad me golpea
como un relámpago de papel de arroz.
No estamos en los 70’s.
Sos un viejito, tío.
El Winco se rompió hace años.
Entonces cruzo los dedos
y me esfuerzo por esconderte
en el lugar más insólito de la casa.
El lugar del milagro.
Ese donde ella
no pueda encontrarte nunca.