PIDO LA PAZ
Pido la paz.
La paz como cuidado
del árbol, del pájaro, del ciervo.
Pido que no agonicen
bajo la queja de un sol desmantelado
los frutos y las flores.
Que los campos no tiemblen bajo el peso
del cañón y la bala,
que el pan nuestro se reparta justo,
que el beso sobrevuele toda boca.
Pido la paz.
La paz como cuidado
de la infancia y sus mágicos caireles:
no más niños que huyen de la guerra
y mueren en los brazos de un mar gélido.
No más cadáveres diminutos en las playas
de un mundo indiferente,
pequeños caracoles de penas y de sombra
dormidos en la arena.
Pido la paz.
La paz como cuidado
de la inocencia y su estado de gracia.
No más muñecas húmedas de sangre,
no más fusiles en manos prematuras,
no más gritos rompiendo la cadencia
de una canción de cuna.
Pido la paz.
La paz como cuidado
de cada átomo de luz que engendra el mundo.
Del poema, del rezo, de los gestos
que hermanan a los hombres.
De las fábricas ágiles, del obrero,
Del pastor, del maestro.
Pido la paz
y pido la palabra
para cantar la paz en todas las gargantas,
un girasol inquieto rezumando verano,
un vendaval de abejas endulzadas,
una promesa abierta de futuro.
Arte: "Peace Dove In Totem Forest", Sandra Silberzweig
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