viernes, 19 de abril de 2019

EL CEMENTERIO DE LAS POLACAS


EL CEMENTERIO DE LAS POLACAS


Cruzaron el mar con las tripas como brújula,

con el hambre como mapa celeste,

contando los granos de arroz

que les faltaban

para llegar a una cama caliente,

a la ternura áspera

de un mantel a cuadros.

Cruzaron el mar y en tierra

cayeron como peces rotos

en una red de saliva sucia.


Las desnudaron,

las midieron,

les etiquetaron la piel,

el olor,

los besos.

Les maldijeron el amor para siempre.

Las devoraron.

En este pedazo de tierra ausente de Dios

escupieron sus huesos.

Sus ombligos son heridas sin patria

que no sanarán nunca.


Cruzaron el mar para llorarse

entre las piernas del verdugo.

Clavaron sus voces en la garganta del lobo

y el viento se llevó sus labios.


En este pedazo de tierra ausente de Dios

donde el gusano trabaja

no hay flores ni piedritas

que tiendan su corazón para salvarlas

de tanto y tanto olvido.




Situado en la avenida Crisólogo Larralde, frente al Cementerio Municipal de Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires, el Cementerio de los Impuros es la única necrópolis que existe en Argentina exclusiva para rufianes y prostitutas.
A fines del siglo XIX, la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia era la fachada con la que funcionaba la mayor organización judía de proxenetas de la Argentina, que se distinguía por traer mujeres jóvenes desde Europa, sobre todo  Polonia, a nuestro país. Se proponía a las jóvenes pobres venir a la Argentina para contraer matrimonio con hombres de buena posición económica que las rescatarían de las privaciones y el hambre que padecían en sus países de origen. Sin embargo, la promesa de un matrimonio ventajoso no era más que burda patraña: una vez aquí las muchachas eran calificadas y tasadas tras un desfile que debían hacer desnudas ante los evaluadores, y derivadas a hacia los prostíbulos vip de la high society porteña o los nefastos quilombos de los barrios bajos, donde eran brutalmente explotadas.
Las pobres condiciones de higiene impuestas en los lupanares no pudieron evitar que las enfermedades venéreas y, principalmente, la tuberculosis hicieran estragos entre las muchachas, quienes rápidamente eran discriminadas y abandonadas a su suerte cuando una extremada delgadez las delataba como portadoras de un mal por aquellos tiempos letal.
La comunidad judía, al tomar conocimiento de la barbaridad que se consumaba en su nombre, expulsó a los proxenetas que entonces abandonaron el rótulo de Sociedad de Israelita de Socorros Mutuos Varsovia  para adoptar el de Zwi Migdal. Dada la marginación a la eran sometidos tanto rufianes como explotadas y el calificativo de impuros que les imponía su religión, la Zwi Migdal se vio obligada a tener un cementerio propio, por lo que en 1906 adquirió un predio de aproximadamente un cuarto de hectárea, donde instaló su necrópolis.
En la actualidad, el Cementerio de los Impuros se encuentra cerrado, en estado de abandono y saqueado. Se sitúa a la par del Cementerio Israelita de Avellaneda,  en Av. Crisólogo Larralde al 4100, en el barrio de Villa Domínico.


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