OJOS HÚMEDOS EN UN BANCO DE PARQUE LEZAMA
A Martín y Alejandra
Él la encontró temblando
en el fondo de todos los pájaros.
Ella se agarró de sus pupilas líquidas.
Y la primavera fue una mordedura de Dios
quemándoles la carne.
Él le dijo que nada era más bello
que su melena roja.
Ella le dibujó una mariposa de ceniza
en la palma de la mano.
Y quizás todo fue una premonición,
un exordio del fuego.
Ella no quiso ser dragón,
no pudo ser princesa.
En una catedral de humo devoró
el pan ácimo de sus catástrofes:
la historia del afuera y del adentro
tortuosa
como un laberinto de cuchillas de afeitar.
El dejó los ojos húmedos
en un banco de Parque Lezama.
Arte: Marc Chagall
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