LA CICATRIZ DE MARILYN MONROE
Se desnudó,
como
tantas veces,
y
la cámara hundió sus dedos en la cicatriz
como
quien los hunde
en
crema batida,
en
merengue recién hecho,
en
una nube de algodón de azúcar.
En
algo dulce, caliente, vivo.
La cicatriz.
Un
murciélago rosado sin alas
cosiéndole
la humanidad al cuerpo.
Una
vagina hecha a cuchillo
para
parirse a sí mima
imperfecta,
mortal,
hermana
del vómito,
del
llanto,
de
la sangre.
Con una hermosura nueva
como la de lo que se rompe
o se desvanece.
Ella preguntó por la cicatriz.
Preguntó
si era posible disimularla.
Había
una ilusión que cuidar.
Un
espejismo repetido
en
cientos de pupilas amorosas.
Había
que preservar los sueños
de
quienes le cantaron
sus
únicas canciones de cuna.
Los
que contestarían el teléfono
si
supieran.
Ella se desnudó
y
la cámara
lavó sus pies de huérfana indigente.
Bendijo
la moneda de plata
que
se adelantaba a la muerte
debajo
de su lengua.
La
cicatriz era un surtidor de pájaros.
Era
algo dulce, caliente, vivo.
Fotografiarla era fotografiar la luz.
La luz era la suma de todas sus cicatrices.
Arte: Marilyn
Monroe- The Last Sitting (Junio de 1962), Bert Stern
¡Maravilloso! Cipriani es mi apellido materno, soy Juan Colombo.
ResponderBorrarMuchas gracias!!! Abrazo fuerte!!!
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