lunes, 13 de febrero de 2017

PRÓLOGO DE "VERANO" DE MARCELO SARACENO


VERANO

Prólogo


Un pájaro vive en mí.”, dice Juan Gelman.
Y quizás no exista mejor definición que pájaro para la poesía que Marcelo Saraceno nos ofrece en este “Verano”, un libro diáfano donde las alas son la columna vertebral de cada poema, aún de aquellos donde el vuelo aparece sólo de modo tácito. Alas que circundan la integridad del verano, bordean los naufragios cotidianos, se animan al otoño, se apagan en el dolor, renacen en la tibieza del amor pleno, juegan con unos ojos azules, un vaso de whisky, una noche de jazz. Alas que son la voz del autor y, asimismo, la voz de cada uno de los poemas que integran este trabajo.
Una cualidad que se destaca de los poemas de Marcelo es, sin duda, la liviandad de alas que permite sobrevolarnos. Sus poemas son aves o, quizás, criaturas celestiales que nos obligan a levantar los ojos para captarlos en su totalidad. No son criaturas pedestres, son piezas delicadas que se recitan en el aire. No nos pesan: nos redimen. Nos llevan a reconocernos, también, como seres destinados al vuelo, a la libertad. 
La poesía de Marcelo Saraceno, breve, concisa, cuidada, no derrocha palabras pero tampoco las escatima. Cada vocablo está puesto exactamente en el lugar donde lo reclama el poema. Hay detrás de “Verano” un celoso trabajo de orfebre, notable en cada uno de los libros del autor. Basta con que el poeta se suelte la boca y se suelte el corazón para que el milagro suceda y la poesía nos ilumine.
Marcelo Saraceno, pájaro migratorio, se ha detenido hoy en un “Verano” que nos invita a compartir con él.
Un “Verano” que nos espera, maduro y reposado, para darnos la posibilidad de descubrir en cada poema un poco de nuestra historia y de aprontar también nuestras alas, sin cadenas, ni jaulas, ni tijeras. Sólo con la voluntad de ser y sentir poesía.


Raquel G. Fernández

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