GOOD BYE, NORMA JEANE
Prólogo
GOOD BYE, NORMA JEANE es un poemario fresco, vital,
moderno, que sorprende desde el principio no sólo por la audacia de su título
-en idioma inglés para una obra escrita en castellano- sino en
especial por el asunto que aborda, algo así como una biografía poética de una
mujer espléndida, carismática, que conoció la admiración, el deseo y
el éxito en su labor como actriz con trascendencia internacional, pero
vivió atravesada por el dolor, el desamor y la soledad que la condujeron a un
trágico final . Si bien después de su muerte hubo varios autores, como Leonardo
Panero y Ernesto Cardenal entre los más conocidos, que le escribieron poemas
sobre todo a la última Marilyn, esta obra tiene la particularidad de
estar dedicada enteramente a ella y ha sido escrita por una mujer, una joven
poeta que se proyecta como una de las más destacadas en el panorama de la
poesía actual.
Con un lenguaje sencillo, versos cortos e imágenes
potentes, Raquel G. Fernandez nos lleva a recorrer la vida de Norma Jeane como
quien transita por una via dolorosa: cada poema es una "estación" de
ese camino, un episodio significativo, relevante. Y como para afirmar la idea
de tránsito riguroso, la poeta añade a cada título el lugar y el año que
corresponden al suceso o experiencia que aborda.
El recorrido está a cargo de una voz amorosa,
conocedora de la mujer a la que se aproxima con tacto, con respeto, para
internarse en sus zonas más íntimas, interpretarla con el corazón abierto y
hacerla verso.
Comienza con su llegada al mundo, de una "madre
naturaleza muerta/ para heredar la muerte", y a modo de premonición
-como si la circunstancia de su nacimiento hubiera marcado irreversiblemente su
destino- anticipa lo que será su tremenda soledad: "Sola de todas
las soledades", "teléfono descompuesto por toda la
eternidad." dice la poeta.
Avanza luego por la infancia, con el "tiempo
de aprender a vivir con el cuerpo", y el agravio de un padre que no es
su padre, que "la deja caer en saco roto"
Continúa el trayecto por las vivencias de sus
sucesivos matrimonios, su experiencia laboral en la fábrica de municiones, sus
comienzos en el mundo del arte, las pérdidas, el psiquiátrico, el tiempo de la
caída, el final. Y no soslaya a la Marilyn hacedora de versos; a la
que palpa en la palabra en cuatro poemas que titula Ella escribe. El
primero empieza diciendo: Ella se pone y se saca la boca,/ para
decir,/para callar; y el cuarto cierra con una afirmación que dice
todo de esa mujer que se va secando a pesar del esplendor que la rodea: Sólo
florece/cuando la palabra la toca.
Hay poemas muy breves, como estocadas: son gritos de
poesía, que definen momentos esenciales del ascenso a la gloria, no exentos de
la marca dolorosa que la acompañará siempre:
Hello Marilyn II:
No es una mujer:
es un vértigo.
Enciende el
sortilegio de la carne
con el ímpetu de
los racimos.
Amordaza sus
muertes con guirnaldas
para no dolerle
a nadie.
Su cabellera
súbita establece
cuando comienza el fuego.
O Hello Marylin III:
Su cuerpo es un
santuario hecho de pájaros.
Para adorarlo
el mundo aprende
a rezar.
O El vestido blanco (1954)
Un monólogo de
lunas sofocadas
le obtura la
garganta
y el vestido
blanco se hace eterno
en la explícita mordedura de las piernas.
Una estación de la via dolorosa sobresale: Capítulos
principales. Un poema que remite al paso de Norma Jeane por el Payne
Whitney Psychiatric Clinic de Manhattan, cuando ya había iniciado la caída
irremediable. Un poema-dardo, un poema-maza donde cada verso es un verbo en
infinitivo, un capítulo de la existencia donde a contrapelo de cada tiempo de
vivir se repite una y otra vez morir.
No se puede obviar el enorme dominio de la técnica que
Raquel evidencia en el caudal de metáforas originales, precisas, que se
derraman con la naturalidad que le permite un lenguaje llano pero calan hondo,
suscitando un torrente de variadas emociones. Veamos:
Se sube a los relojes/ Sonámbula /para ser una más
/pero sabe que no (de Working girl)
Es un pájaro inventándose alas (de Hello
Marilyn)
una estrofa de sangre/ con el espinazo quebrado (de
Zombie I)
la muerte que la sigue la asedia / Pero ella todavía
canta/ Amordazada canta (de Los Puentes)
Tiene una semilla/ que no empezó nunca/ y ya se acaba (de Visita
de mamá)
Enjuaga su sexo agotado/y lo cuelga en una soga de
ahorcar/para que la muerte juegue/ con tanto deseo amputado (de
Interrogantes)
los días vienen / en bloques grises/ y ella sabe/ que
nunca estuvo a salvo (de Capítulos Finales)
El último poema pone un broche de dramática belleza a
este obra. Es el final de una mujer que muere de abandono, de todas las
soledades auguradas al comienzo. Y Raquel conmueve, sacude, moviliza, interpela
cuando dice
Ella llamó/
Llamó/ Llamó tanto/Llamó boca adentro, /boca afuera.
...............................................................
Llamó
destrozándose la voz con las uñas.
Llamó a los
hombres que la dejaron caer en desuso
..........................................................................................................
Llamó a los
niños a medio hacer que le empaparon las piernas.
Llamó a mamá, a
papá,/a Dios, a vos.
Te llamó a vos.
En
esos versos la poeta instila su voz en la garganta de Norma Jeane y sale de
ella para ser la palabra que da testimonio de la desperación y del vacío que no
pudo resolver sino cayendo en los brazos de la muerte tan anunciada, tan cerca
siempre de ella, tan usada y abusada, tan objeto de deseo y tan privada de
amor.
Y allí tenemos otro punto de encuentro entre Raquel y
Norma Jeane. La poeta que ha hecho del tema de la mujer un pilar de su obra, ha
publicado recientemente un libro dedicado a las víctimas de femicidio:
Interrumpidas. Y podemos decir que Norma Jeane es una "interrumpida"
más, porque haya ingerido o no los somníferos letales por su propia voluntad,
lo cierto es que cada abuso, cada abandono, cada acto de cosificación a los que
fue sometida invariablemente por su condición de mujer, cada ataque a su
psiquis y cada agravio a su cuerpo, la llevaron al abismo que acabó con su
vida. Si se quiere, una forma más de femicidio.
GOODBYE NORMA JEANE nos abre sus páginas a una poesía
rica y poderosa. Mucho más que el homenaje a una artista bellísima que brilló
en la cinematografía y sedujo a todos con su innegable carisma: es el tributo a
la mujer que conoció intensamente todas y cada una de las caras del dolor.
Rafaela Pinto
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