MARA
“La
muerte siempre al lado.
Escucho su decir.
Solo me oigo.”
Escucho su decir.
Solo me oigo.”
Alejandra
Pizarnik
A veces
decir
el mar es decir
la
señal y el señuelo de la espuma,
el súbito temblor de las medusas,
un
único caracol acariciando
las
piernas del verano.
A veces
decir el mar es decir azul,
placenta, vientre vivo,
contracciones
de sal,
pariciones
de escamas.
A veces
decir
el mar es decir
que en
entrelunas, entresoles y entrecielos
la
catástrofe no puede tocarnos.
A veces
decir el mar es equivocarnos.
Nadie
le puso un límite a la muerte,
nadie
le dijo no toques al pájaro,
no
deshagas de un golpe el hilván de las
olas.
A veces
decir el mar es decirla a ella,
decir
sus zapatillas, su carita lavada,
su
pelo,
su pollera.
Decir
que se rompió el eje de la vida,
que la
arena fue cáliz hostil sin un respiro,
que la
sangre se heló en sus laberintos.
Decir
el mar es decirla a ella.
Decir
su derrotero de flor en la basura,
su
monólogo de cruces repetidas,
la pena
honda que tejió su ausencia.
Decir
el mar es decir
esta íntima
cicatriz en la memoria.
Decir
el mar nos duele.
Mara
Mateu fue vista por última vez el 23 de
marzo de 2008 por la noche, cuando salió de su casa rumbo a un cibercafé de la zona
céntrica de Santa Teresita, Partido de la Costa. Su
cuerpo fue encontrado al mediodía siguiente en una zona de tamariscos, a una
cuadra de la peatonal. Estaba boca abajo,
sin ropa interior, con los cordones de las zapatillas alrededor de su cuello y
signos de haber sido violada. Los
responsables del asesinato y abuso sexual de Mara, Diego Buzzo y Adrián Svich, fueron juzgados y condenados. Al momento de
su muerte, Mara Mateu tenía 16 años.
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