viernes, 12 de junio de 2015

SALÍ AL SOL


SALÍ AL SOL 

 


Salí al sol.

Sentate en la escalera de la terraza

fumate un pucho,

y adiviná en qué rama se va posar ese gorrión

que cruza el cielo como un suspiro.

No tenés dieciséis años

pero you are the girl,

¿o todavía no te diste cuenta?

La chica con los ojos de calidoscopio.

La chica que pegaba canciones con curitas,

infinita y a punto de extinguirse

como una supernova del flaco Spinetta.

La chica material,

aunque no te guste demasiado ese rasgo de tu personalidad

y te justifiques diciendo:
 
“Soy Cabra en el Horóscopo Chino. Necesito un mecenas”.



Salí al sol, nena.

Dejá de tejerle mortajas a los amores muertos.

Cortá los lazos que te atan

a las palabras que te acuchillaron.

Perdiste el tren de las 16,

pero todavía podés tomarte

el último bondi a Finisterre.

Te estás obsesionando con la música últimamente,

pero esa obsesión no duele;

por lo menos, no duele tanto como las otras.

Si Lennon hubiera escrito su número en tu pared

seguro que lo volvías loco,

como esos freaks en el teléfono.



Salí al sol.

Falta para la primavera,

pero algo en vos está cambiando.

Tenés la dirección de John hace rato,

y la de George, y la de Jim, y la de Elvis,

la de Federico y la de Tanguito,

la de la inmensa Janis y la de Dee Dee Ramone,

(“el Titi”, en la zona sur del Gran Buenos Aires,

donde todo es más surrealista de lo que parece).

Pero ya no tenés tantas ganas de visitarlos.

Qué se yo,

el cielo puede esperar.

La primavera, no.



Salí al sol.

 Si la vida es lo que te sucede mientras hacés planes, 

dejá de hacer planes 

y viví. 

Cortate esas mechas de eterna Rapunzel 

languideciendo en la torre más alta del castillo, 

a la espera de un príncipe 

que no va a llegar nunca. 

Rapate como Luca 

y mandá a la mierda al que te pregunte 

“¿Por qué te pelaste?” 


  
Salí al sol. 

Reíte. 

Y pensá que esto es, simplemente, una película. 

Y que el viento, 

nunca, nunca, 

se llevó nada. 


 


Arte: Giulio Rossi


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