LA QUE ESCRIBE
(Un viaje a la poesía de Raquel Fernández)
y se llama a sí misma o puta o prostituta,
según quién la reclame depende de que haya
o no haya adrenalina.
donde se miraba las tetas
y apenas si podía descubrirlas.
Tiene
un Freud en la cabeza (todos tenemos)
que la destapa;
parece un taperware,
se le escapa el aire presionándola.
que mientras ayunaba, solitaria en su celda,
comía comida china
y masturbaba
a la baba del diablo.
Acaso estuvo bien cuando
regresó de una muerte exorcizándola
y se quedó con seis
que irá gastando
regresó de una muerte exorcizándola
y se quedó con seis
que irá gastando
con cada perversidad de gata.
Y todo lo escribe
en su diario de páginas rosadas.
Arte: Tamara DeLempicka
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