ELLAS
Y en los dedos tienen
mariposas de piel
de vuelo inconcluso
(mariposas que nacieron para qué,
para dónde)
y lámparas doradas
que no pueden desnudarse
hasta alcanzar la luz.
Y en los ojos tienen
golondrinas de humo
muertas o casi muertas
(casi muertas)
y cementerios donde yacen rondas,
pececitos de arena,
escalofríos rojos.
Y en la boca tienen
animales sin rumbo,
palabras que nacen cenizas,
labios que pagan
el diezmo del terror,
relámpagos de saliva
llamando hasta siempre,
hasta nunca.
(Si tuvieran, también, espejos
en los dedos, en los ojos, en la boca,
se mirarían en ellos
y serían ancianas mirándose en espejos
niños.
Idénticos rostros repetidos.
Redondos jardines oscuros
sembrados de pájaros rotos).
Y en los dedos, en los ojos, en la boca tienen
jaulas.
Cadenas.
Esposas.
Grilletes.
Y en el corazón tienen
niebla verde de distancia.
Y tantos, tantos siglos
de
presentir cadáveres.
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