NEGRO
I
Un sonido acribillado.
La noche.
Se bifurcan los caminos del abismo.
La caída es libre dentro de cualquier
espejo.
II
En mi vida los he amado a todos.
Dementes, suicidas,
mendigos del crepúsculo.
Hombrecitos anónimos que no pudieron
salvarme,
ni siquiera robándome
la médula del verso.
III
que aprisiona el alma en sus escombros.
Como un buque de humo desde el cual
los locos arrojan sus bocas a la nada.
Así, la Muerte jugando a ser Dios.
IV
Enquistada en el lenguaje,
mi endecha enferma.
Molinos de nieve que no conocen
el destino del viento.
Molinos de niebla que le muerden la mano
a la palabra.
V
Si duele, no es cierto.
Si no duele, no es cierto.
Quiero que me incluyas en la lista de tus
certezas (no).
Quiero que tu rostro cante hasta quebrar
mi cornisa de seda (no).
VI
Encender con mi corazón defectuoso el
pabilo del alba.
Como una vela inocente el día se consume,
sin darme ni siquiera una respuesta.
VII
No lloro. Nunca lloro.
Por eso mis ojos están solos.
Por eso el animal nostálgico que fue
me mira desde el pasado preguntando
cuántos de sus puñales hicieron falta
para aniquilar mis lágrimas.
VIII
Él vino a mí.
Un murciélago negro invadiendo mi
estirpe.
Un vampiro de llanto sorbiendo lentamente
la sangre del poema.
IX
Este camino arrepentido
hacia la tumba de la otra.
Esta zona de estrago donde la otra
me camina la espalda.
Este envidiar ser una y ser tantas
como quiere el miedo.
X
Un día, todo hablará de la que no fui.
Un día, no habrá nada más suplicándole
a la suela de mis zapatos.
Un día, él sabrá que partí
mucho antes de haber partido.
Negro apisonando el negro.
Debajo está el canto.
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