domingo, 23 de febrero de 2014

NEGRO


NEGRO 



I 

Un sonido acribillado. 

La noche. 

Se bifurcan los caminos del abismo. 

La caída es libre dentro de cualquier espejo. 



II 

En mi vida los he amado a todos.

Dementes, suicidas, 

mendigos del crepúsculo. 

Hombrecitos anónimos que no pudieron salvarme, 

ni siquiera robándome 

la médula del verso. 



III

 Como un hotel marchito 

que aprisiona el alma en sus escombros. 

Como un buque de humo desde el cual 

los locos arrojan sus bocas a la nada. 

Así, la Muerte jugando a ser Dios. 


IV 

Enquistada en el lenguaje, 

mi endecha enferma.

Molinos de nieve que no conocen 

el  destino del viento. 

Molinos de niebla que le muerden la mano a la palabra. 



V 

Si duele, no es cierto. 

Si no duele, no es cierto. 

Quiero que me incluyas en la lista de tus certezas (no). 

Quiero que tu rostro cante hasta quebrar mi cornisa de seda (no). 



VI 

Encender con mi corazón defectuoso el pabilo del alba. 

Como una vela inocente el día se consume, 

sin darme ni siquiera una respuesta. 


VII 

No lloro. Nunca lloro.

Por eso mis ojos están solos. 

Por eso el animal nostálgico que fue 

me mira desde el pasado preguntando 

cuántos de sus puñales hicieron falta 

para aniquilar mis lágrimas. 



VIII 

Él vino a mí. 

Un murciélago negro invadiendo mi estirpe. 

Un vampiro de llanto sorbiendo lentamente 

la sangre del poema.

  

IX 

Este camino arrepentido 

hacia la tumba de la otra. 

Esta zona de estrago donde la otra 

me camina la espalda. 

Este envidiar ser una y ser tantas 

como quiere el miedo. 



X 

Un día, todo hablará de la que no fui. 

Un día, no habrá nada más suplicándole 

a la suela de mis zapatos. 

Un día, él sabrá que partí 

mucho antes de haber partido. 

Negro apisonando el negro. 

Debajo está el canto.




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