LA CHICA DE LENTES
hay alguien que se interpone entre la
memoria
y la saliva refundando el deseo:
la chica de lentes.
Tu chica de lentes.
Mi Waterloo.
Me preguntó por qué la chica sí y yo no.
Dónde terminó mi olor y comenzó su cintura.
Cuándo el recuerdo se vació de mí
y se bifurcó hasta convertirse en un par
de piernas feroces
rodeando tus caderas
(ella subió a tu cuerpo
y yo
me diluí,
dejé de ser en tu boca).
La chica lee a Pilar Sordo o a Paulo Cohelo
La chica lee a Pilar Sordo o a Paulo Cohelo
y yo
sufro por Annabel Lee desde que cumplí diez años.
Sonríe con la estúpida vacuidad de un
rumiante
y yo
me jacto de llorar en cinco idiomas
diferentes.
Vende cosméticos, o bijouterie, o filtros
de agua
y yo
masturbo tu recuerdo con poemas que se
caen de maduros
en la boca del hambre.
La chica es real
y yo
soy Elizabeth Taylor estrellando muñecas
contra la pared
en “Raintree
County”
(mala, mala, mala,
delirante,
caprichosa,
me voy a agenciar una mujer
cuya única duda
sea “vacío o asado de tira”
y no insista en probarse
los vestidos
de todas las sureñas
malcriadas de Hollywood).
Si a cualquier hombre que no fueras vos
lo hicieran elegir
entre la chica y yo
me elegiría a mí, por supuesto.
Ella usa lentes Ray Ban Aviator de imitación
y yo
soy encantadora.
soy encantadora.
Lo que no cambia para nada
la aplastante realidad de cada día:
ella amaneciendo en tu cama
y yo
desayunando en Tiffany,
sola.
Poema publicado en la Revista "Palabras Diversas" Nº 51
Poema publicado en la revista "LAK-BERNA" Nº 5
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