MANICOMIO
“¿Por qué los demonios de la irrealidad osaron tocarme con su lepra?” - Elena Caricati Penella
Somos agujeros blancos.
Somos la obligación
de reescribir nuestros poemas.
Animalitos lúcidos
celebrando con amigos
dentro de nuestras cabezas.
Animalitos amontonados en un corral
para proteger el júbilo
de los que recibieron la mejor ración del postre.
Somos la epifanía deforme de los Magos
ungida por las grietas.
Somos el compromiso
de resistir mientras la carne cede.
Adormilados con amapolas fatuas
(pero con un ojo siempre abierto
para enterarnos
cómo termina la historia).
¿Dónde está el corazón?
¿Dónde está la cabeza?
¿Dónde está el valor de suicidar
lo poco que sabemos?
O lo mucho.
Somos animalitos lúcidos.
Las píldoras se perdieron en nuestros bolsillos.
Somos una instancia fastidiosa.
Somos la obligación
de adecuar los fragmentos del caos.
Animalitos que reptan.
Y se empecinan en decir que sí,
que los amigos se fueron.
A ver si nos dejan en paz el alma.
De una buena vez.
Es gracioso que nadie nos reconozca.
Somos lo que son casi todos
los que se creen del lado de afuera.
Animalitos a la buena de Dios.
Animalitos muertos,
a veces.
Y ni siquiera se enteran.
“¿Por qué los demonios de la irrealidad osaron tocarme con su lepra?” - Elena Caricati Penella
Somos agujeros blancos.
Somos la obligación
de reescribir nuestros poemas.
Animalitos lúcidos
celebrando con amigos
dentro de nuestras cabezas.
Animalitos amontonados en un corral
para proteger el júbilo
de los que recibieron la mejor ración del postre.
Somos la epifanía deforme de los Magos
ungida por las grietas.
Somos el compromiso
de resistir mientras la carne cede.
Adormilados con amapolas fatuas
(pero con un ojo siempre abierto
para enterarnos
cómo termina la historia).
¿Dónde está el corazón?
¿Dónde está la cabeza?
¿Dónde está el valor de suicidar
lo poco que sabemos?
O lo mucho.
Somos animalitos lúcidos.
Las píldoras se perdieron en nuestros bolsillos.
Somos una instancia fastidiosa.
Somos la obligación
de adecuar los fragmentos del caos.
Animalitos que reptan.
Y se empecinan en decir que sí,
que los amigos se fueron.
A ver si nos dejan en paz el alma.
De una buena vez.
Es gracioso que nadie nos reconozca.
Somos lo que son casi todos
los que se creen del lado de afuera.
Animalitos a la buena de Dios.
Animalitos muertos,
a veces.
Y ni siquiera se enteran.
Arte: "Different Strokes", Marilyn Manson
Del poemario "La antigua enfermedad del otoño", Ediciones de la Iguana, 2011
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