lunes, 1 de octubre de 2012

EL DON


EL DON

"Debes reconocer cuando has terminado, y en ese momento, sueltas tu lápiz o tu pincel. Todo lo demás es la vida." - Stephen King, "Duma Key"



Iba a ser más fácil que esto.

Iba a ser más fácil que un cuchillo

hincado en el cerebro

y un grito en el sofá,

y una tribu de hormigas carniceras

desayunándome en la hierba.

Iba a ser un misterio gozoso:

el Ángel de la Anunciación bailando

en puntas de pie

con las hijas de Degas,

y la Virgen sonriendo

desde un pecho desnudo.

Iba a ser la palabra anestesiando

el furor del animal herido

que pulsa en la sangre como un tambor siniestro.

Ninguna bestia iba a transitarme.

Magia blanca y cuatro o cinco compases

para dormir sin soñar con la tormenta.

Nada más.



Iba a ser más cómodo que maldecir

y bajar los pulgares.

Los pájaros muertos siempre estarían bien muertos

colando sombras por sus ojos detenidos

en la hora de la escarcha.

Ninguno se atrincheraría

en el hueco de mi garganta

hasta ahogarme con sus plumas.

("Kamen's Kalamity"  iba a ser sólo un chiste estúpido,

algo tan improbable

como caerse de cabeza en la línea del horizonte).



Soltar el lápiz o el pincel, querido,

no resulta tan fácil como parece.



A veces

los cuervos te adoptan y el Demonio

da puntadas de baba

sobre tus párpados insomnes.



A veces es el lápiz

el que no nos suelta.

A veces es el pincel

el que sigue trazando el miedo

como si estuviera vivo.




Arte: "Duma Key", Jessica Tarryn 

Del poemario "La antigua enfermedad del otoño", Ediciones de la Iguana, 2011 



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