CAER
Caer.
Caer.
Caer centralmente en tu orilla.
Caer medularmente en tu espuma.
Sin plantar razones
en las plantas de estos pies
que no quieren llevar puesto
el peso de tu historia.
Sólo caer.
Licuar en el riesgo de tu boca
travesías y sudores,
sin desplegar catástrofes,
afilando
la punta del verbo que promete.
Amar. Amansar. Amarrar.
Caer.
Caer.
Caer cardinalmente en tu sueño.
Caer básicamente en el mapa de tu noche.
Sin amenazar a la maldita TV
que sigue monologando
a las tres de la mañana.
Sin graznar,
con vidrios rotos,
la mortalidad de las fotografías.
Sólo caer.
Afinado respuestas
en este orden de preguntas desclasadas.
¿Por qué yo sola,
mendigando
en las piernas del verano?
¿Por qué no
tus peces
dentro de mí?
Arte: Helga McLeod
Del poemario "Todos los hombres que me amaron", Ediciones Literarte, 2012
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