18 -J
"Se entiende?
Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres."
Néstor Perlongher
Alguien como yo
podría decirte:
“ Estos cadáveres no son míos.
Yo enhebro pájaros en un hilo de palabras
para decirle amor
al hombre de ojos claros.
Yo escucho un disco de John Lennon
(“… imagine all the people…”)
pero no tengo tiempo
para detenerme en los escombros.”
Del otro lado del humo que no cesa
alguien
(otro alguien que transcurre en estos cadáveres)
hace un nudo en la memoria:
“Poncio Pilatos
dame la suerte
de poder vivir/sobrevivir
comulgando
con esta silla desnuda,
con este lugar en la mesa que nadie ocupa.”
Pero no.
No se puede vivir/sobrevivir
cuando los ojos
son una botella muda
arrojada al mar de la indolencia,
una botella que gira
sobre los restos de ese último beso
dado casi como al descuido:
“Chau, mamá,
no te digo que no vuelvo,
porque alguien
(otro alguien que no sabe de la humedad de los gestos)
decidió que basta para mí,
y yo no me escondí, mamá,
porque no sabía
que estaba jugando con el Diablo.”
La sangre está seca.
La culpa está seca.
Y las manos
se lavan, se lavan y se lavan.
“ Estos cadáveres no son míos.
Estos cadáveres no son la gente
que yo quiero imaginar.
Bastante tengo con los codazos en el subte
y con las hormigas que devoran mis rosales .”
Alguien como yo podría decirte:
“No tengo una silla desnuda.
No tengo un hueco en mi mesa.
Yo enhebro pájaros y escucho
un disco de John Lennon.
Pero llevo a estos cadáveres atragantados,
llevo atragantado
este bocado poco feliz,
este pedazo de carne rota.”
La sangre está seca.
La culpa está seca.
Y ellos
(pobrecitos,
pobrecitos cadáveres nuestros)
con las muertes abiertas.
Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres."
Néstor Perlongher
Alguien como yo
podría decirte:
“ Estos cadáveres no son míos.
Yo enhebro pájaros en un hilo de palabras
para decirle amor
al hombre de ojos claros.
Yo escucho un disco de John Lennon
(“… imagine all the people…”)
pero no tengo tiempo
para detenerme en los escombros.”
Del otro lado del humo que no cesa
alguien
(otro alguien que transcurre en estos cadáveres)
hace un nudo en la memoria:
“Poncio Pilatos
dame la suerte
de poder vivir/sobrevivir
comulgando
con esta silla desnuda,
con este lugar en la mesa que nadie ocupa.”
Pero no.
No se puede vivir/sobrevivir
cuando los ojos
son una botella muda
arrojada al mar de la indolencia,
una botella que gira
sobre los restos de ese último beso
dado casi como al descuido:
“Chau, mamá,
no te digo que no vuelvo,
porque alguien
(otro alguien que no sabe de la humedad de los gestos)
decidió que basta para mí,
y yo no me escondí, mamá,
porque no sabía
que estaba jugando con el Diablo.”
La sangre está seca.
La culpa está seca.
Y las manos
se lavan, se lavan y se lavan.
“ Estos cadáveres no son míos.
Estos cadáveres no son la gente
que yo quiero imaginar.
Bastante tengo con los codazos en el subte
y con las hormigas que devoran mis rosales .”
Alguien como yo podría decirte:
“No tengo una silla desnuda.
No tengo un hueco en mi mesa.
Yo enhebro pájaros y escucho
un disco de John Lennon.
Pero llevo a estos cadáveres atragantados,
llevo atragantado
este bocado poco feliz,
este pedazo de carne rota.”
La sangre está seca.
La culpa está seca.
Y ellos
(pobrecitos,
pobrecitos cadáveres nuestros)
con las muertes abiertas.
Arte: Marion Bolognesi
3º Premio Poesía "X
edición del concurso literario escritor Alfredo Cossi", SADE Baradero –
San Pedro, Baradero, Bs. As. (2012)
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