REENCUENTRO
Alguien me avisó
(me dijo)
que los atajos perduraban, ilesos,
y los árboles resistían
con la memoria justa de la savia
invariablemente alerta.
Ensarté
(hilvané)
algunas palabras
en el brocal de mi piel
(cantadas)
y me detuve
a rehacer la risa
(la risa que puede ser flor
o martillo,
epifanía o lámpara votiva).
Para saber que podía.
Para saber que las buenas rachas
empiezan,
siempre,
aunque sea de noche
y afuera llueva tanto.
Viví
(alguna vez)
vadeando el pantano del otoño,
encastrada
en las ancas de un animal tibio
que renegaba
de los pequeños papeles perdidos
(los que anotan/ denotan
las coordenadas de ese cuerpo).
Viví
(alguna vez)
al pie de la inocencia
(vestida de blanco
y desatando
los nudos de las bocas de unos pocos
amantes).
Vuelvo
(alguna vez)
si puedo.
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