“No llegaré jamás al otro lado.”
Olga Orozco
El pájaro se ha
vuelto jaula,
la risa se ha
vuelto jaula,
la vida se ha
vuelto jaula.
Detrás de los
barrotes acaricio
mi factoría de
sombras.
Acatando las
leyes del centinela bárbaro
que desgajó mis alas
me convertí en
un estorbo de huesos,
en un zodíaco
roto,
en la espera
inconclusa que no llueve
sobre ningún
retorno.
Ya no recuerdo
a la muchacha azul
que le palmeaba
las nalgas al verano.
Ya no recuerdo
a un hombre entre mis dedos,
todo es una
orgía de cerrojos,
un emporio de
agujas cenicientas
enturbiando el
fulgor de mis pupilas,
una húmeda
tristeza que no alcanza
para arrancar
de cuajo el hilo de la lluvia.
Mi piel se ha
vuelto jaula
y el dolor es
custodio
de esa libertad
que no principia.
Detrás de los
barrotes agasajo
mi celo
paralítico.
No llegaré
jamás del otro lado.
El légamo del
alma
se pudre en el
oprobio del gorjeo,
en la vital
angustia de la carne,
en lo que pudo
ser, pero no ha sido,
y vuelve cada hora,
como un
reproche, un gemido o una duda
y resucita mi
pacto con el miedo.
Arte: Clémentine de Chabaneix
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