miércoles, 1 de diciembre de 2010

AMOR


AMOR 



Hombre y mujer, 

pedregales de cielo, 

alzan la sed, 

alzan la permanencia del vino. 

Se adosan 

en la curvada fluctuación de la ofrenda, 

en el ancho relámpago del sexo. 

La piel innumerable 

encuadra 

el sudor del crepúsculo. 



La lluvia se rompe, 

hacedora de cántaros. 

Empapa  la greda de los besos 

toda la noche. 

Los caminos se astillan en jadeos 

de libertad silvestre. 

Las mariposas  pulsan 

en las cuatro cornisas de la sangre. 



Por una vez sabe Dios 

donde puso el milagro. 

Hombre y mujer se desposan 

con el dorado anillo del otoño.




  

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