viernes, 31 de diciembre de 2010

CEMENTERIO, OTOÑO Y GATO


CEMENTERIO, OTOÑO Y GATO  



Mil capas de barro, 

mil capas de carne, 

mil capas de huesos, 


mil capas de muerte. 

Pero el cementerio hoy 

era tan sólo 

una capa de hojas secas.   



Limpié tu lápida en voz alta, 

exigiéndole a mayo 

algo más de respeto. 

Pero el viento no dejó de gemir 

y la llovizna 

de articular su caótico discurso.   



Hubo un gato 

que llegó hasta mi antojo 

de ordenar el otoño 

zigzagueando entre cruces. 

Lo tuve entre mis brazos. 

Estudié sus pupilas amarillas

para ver 

si esos eran tus ojos. 



No. 

No  eran. 

Los muertos están muertos 

y los gatos 

son simplemente gatos. 

Pero fue un desahogo 

(un módico milagro) 

abrazar algo vivo 

repitiendo tu nombre.

Del poemario "Hermano", El Mensú Ediciones, 2011
  
             

martes, 28 de diciembre de 2010

ESO ES LO QUE TENGO


ESO ES LO QUE TENGO

“eso es lo que tengo...
poemas
grandes muslos
pequeñas tetas y
muchísimo amor”
Ntozake Shange 



Eso es lo que tengo. 

Poemas. 

Pequeñas tetas, 

grandes muslos 

y palabras. 

Un cardumen soberbio de palabras 

reverberando, 

escamas que fraccionan mi océano alfabético

hasta convertirlo en un grito 

o un susurro.



Tengo lo que niego diciendo: “No me acuerdo”, 

y la maldita manía de acordarme 

de esos ojos deshilachados 

secándose al sol 

y del brazo que extendí 

sobre un colchón vacío 

buscando proteger a aquel  hombre 

de una muerte que ya le había pisado los talones 

(el despertador sonó como un disparo 

cuando Ella lo levantó en vilo 

en una ruta estúpida 

y su cabeza se quebró contra el asfalto, 

pero yo no había puesto el despertador 

porque era domingo 

y los domingos no debería morirse nadie). 



Tengo una botella de vino 

casi siempre vacía 

y una fondue de chocolate apenas tibia 

en la que hundo los dedos para después chupármelos 

y chuparme las ganas de chuparte los tuyos 

(esos dedos que sabían donde terminaban los poemas 

y empezaba the real world, 

aunque el mundo real no empezó nunca: 

yo te soñé en mis ruinas circulares, 

hombrecito fotografiado junto a la chica de lentes 

que no se parece a mí, 

y el fuego sabía que eras un fantasma).

Tengo una cita pendiente con un amor de la adolescencia 

y un sombrero que Mickey Rourke no revoleó nunca. 



Tengo una baraja 

a la que le falta una carta

para estar completa

(al fin sucedió, 

me volví un poco loca, 

pero no me arrepiento: 

había que lidiar con la vida 

y esa fue la única manera que encontré 

para tal menester).



También tengo la cama sin tender. 

Y son las doce del mediodía.





lunes, 27 de diciembre de 2010

CERRANDO PUERTAS


CERRANDO PUERTAS 

“¡No le toques ya más que así es la rosa!” – Juan Ramón Jiménez 


De repente, la ausencia. Un manotazo, la voz de fuga. Un manotazo, la rotura del mediodía. La ortografía del muerto en un papel amarillo. Peligro de habla. Peligro de gritar lo que no se dijo nunca.  

II 

Ciega de alma, la mesa. El lugar vacío. El instante que humedece las palabras. Partir el pan y el cuchillo. Partir la boca muda. Saber la fatalidad más grande. Sin volver a mirarlo jamás. Porque esa risa no era mía: las fotografías mienten.  

III 

Cuándo dio el salto. Cuándo se convirtió en el antepasado de la esperanza. Dónde se dejó la vida. Por qué no lo reconozco en el roce de la luz. Por qué fuimos arena que no coincidió en ningún desierto.  

IV 

Entonces el alma es un lugar sin pájaros. Entonces no hay más Infierno que mugir para adentro, dar estocadas ciegas a los signos, entenderse por fin con la locura. Entonces no queda más consuelo que la desnudez atemporal de las flores.  


Quién le sirvió a la Muerte este plato de carne viva. Demasiado cercana para buscarlo. Mi verso insiste pero no lo toca. Hay una fiesta con amigos a la que no me  invitaron. Me muerdo las manos, pero es tarde. E inútil: no lo conozco.
  
VI 

El llanto de los vivos espanta a los muertos. Los párpados de los muertos espantan a los vivos. Pero los ojos de los unos y los otros jamás se encuentran. Hay reinos que no pueden tocarse.  

VI 

Los juguetes de la vida están rotos. Hay que cumplir los ritos que envuelven cada llama que se agota. La tierra en la garganta finalizando historias. La tierra sofocando los ojos que nunca fueron llaves. Él abandonando las garras.  

VIII 

Sangre resbalada en sus últimas baldosas. Sangre que no es sangre pero duele como un animal moribundo. Quiero sentirlo mío, pero no puedo. Algo me arrancó su tiempo y no hay lágrimas que valgan para recomponer la injusta tragedia de la carne.  

IX 

Elevo mi nada hacia lo que no escucha. Podría tener una cruz. Podría tener un escapulario que dijera su nombre. Pero a los muertos hay que dejarlos ir. Por eso le suelto las manos.  


Dolió aprender a no palpar la rosa. A cerrar ese tiempo que fue nuestro. Escaso, errado, flemático, indigente. A restañar con palabras el pasado imperfecto. Para que los muertos y los vivos comprendan de una vez por todas que ya no hay que tocar nada. El poema está terminado.



Arte: Ana Fagarazzi

Del poemario "Hermano", El Mensú Ediciones, 2011

1º Premio "2º Concurso Literario Nacional Poesía y Narrativa EL MENSÚ Ediciones”, EL MENSÚ Ediciones, Villa María, Córdoba (2011)


domingo, 26 de diciembre de 2010

OCURRE


OCURRE



Ocurre de una vez.

Y para siempre.

El otoño se instala.

Un animal sentado

a la diestra del cuerpo.




Los niños a medio hacer dicen la palabra final.

Entonces ya no hay razón para sangrar.



Pero se sangra.



Ocurre una vez.

Y para siempre.

La mujer se seca la frente

con un triste corazón como pañuelo.

Deja los versos en reposo.



Los niños a medio hacer gozan de buena salud

en el sueño donde gira un vestido nuevo.



Pero a nadie le importa.




Arte: "In silence", Eva Soulu

3º Mención Poesía Concurso Letras Argentinas de hoy 2011, Editorial De los Cuatro Vientos, Ciudad de Bs. As. (2011)


viernes, 24 de diciembre de 2010

DOLOR


DOLOR  

“La muerte tiene al principio el rostro de lo que no pudo ser.” - Antonin Artaud   



El dolor es cierto. 

Sólo me queda desatar las manos 

y ver mi voz cantándole al ausente. 

Cuando escribo. 

Estúpido consuelo 

deletrear el ruedo de la pena, 

poner la soga al cuello del abecedario. 

Para que cada palabra tenga su muerte. 

Para que cada jardín tenga su ahorcado. 

Como en la Rusia blanca.   



Nada en sus ojos de gato 

pensando un pájaro. 

No sabía 

donde poner el corazón.   



El lobo de hielo se va. 

Con sus molinos de nieve defectuosos.
 
Con sus heridas solas.

Lamiéndose la vida que no alcanza 

La médula jamás domesticada. 

Y esa lluvia maldita.   



Le toca al viento deshacer al hombre. 

Le toca a Dios voltear el rostro. 

Otra vez. 

Con vergüenza. 

Con el temor de haberse equivocado. 

Porque yo rezaba. 

Iba buscando el sótano del miedo. 

Rogándole a las piedras 

(casi como si adivinara el horóscopo de los mendigos).

    

Mi hermanito no. 

¿Qué le digo a mamá? 

¿Cómo le cuento las baldosas blancas, 

el atroz crecimiento de las uñas, 

la inmovilidad total del lobo? 

¿Cómo le nombro ese olor de animal apagado?   



Setiembre se arrancó de un tirón la primavera. 

A la mierda con todo.




Del poemario "Hermano", El Mensú Ediciones, 2011


jueves, 23 de diciembre de 2010

LOS ZAPATITOS SIEMPRE LE APRIETAN A OTRA


LOS ZAPATITOS SIEMPRE LE APRIETAN A OTRA



Releo mis palabras y no sé.

¿Soy pesimista o soy realista?

¿O soy la muñeca idiota

que siempre encuentra razón para quejarse?

Mi papá está muerto.

Mi hermano está muerto.

Tengo arrugas alrededor de los ojos.

Todos mis amantes me dejaron.

Los zapatitos me aprietan.



No.

Los zapatitos no me aprietan.

Los zapatitos siempre le aprietan a otra.

Si me apretaran,

sería una señora gorda escribiendo poemas

que no incomodaran a la gente decente.

Cobraría un sueldo en la Municipalidad

y otras señoras gordas y felices

hablarían de mí con deferencia

Me iría a la cama con el vecinito:

jamás un paso más allá de la cordura.

No tragaría pastillas día y noche.

Nunca tendría el miedo suficiente.



Está decidido:

los zapatitos me calzan como guantes.

Y soy la muñeca idiota.



Que ni siquiera se parece a Barbie.



Una pena.


martes, 21 de diciembre de 2010

COMPAÑERA


COMPAÑERA

"Vienen todas las voces 
Cantando
 vienen a vivir conmigo los ausentes 
¿Dónde están? 
Yo pregunto. Yo respondo 
nadie sabe."
Alcira Graciela Fidalgo Pizarro
 



Una gota de sangre o de sudor: 

esa mujer se abrasa en el poema. 

Su cuerpo es una mesa 

tendida a la deriva 

y de su carne almuerzan los funestos. 

Los perros de la noche. 



Una fuga de retazos o de escombros: 

esa mujer se cuelga  

el peso de sus muertos.  

Sus molinos de viento la sorprenden. 

En una calle oscura. 

En un pájaro blanco con vidrios en los ojos. 



Esa mujer deshace 

la ruta del mendrugo. 

Porque el grito es la brújula. 

Porque ha llamado tanto 

y  buscado hasta nunca. 

Porque el ardor azul que le dobla las piernas 

la hace, para siempre, 

diferente a los otros. 



Los otros, 

los que comen y rezan. 

Los que proponen grietas 

y muros temblorosos. 

Y se lavan las manos en sus lágrimas.




Alcira Graciela Fidalgo Pizarro nació el 8 de octubre de 1949, en la provincia de Jujuy. Era docente, estudiante de derecho y poeta. Fue secuestrada en Buenos Aires el 6 de diciembre de 1977 a los 28 años de edad. Se cree que, hasta su desaparición definitiva, fue recluida la Escuela de Mecánica de la Armada.



Arte:  "Alcira Graciela Fidalgo Pizarro", Brian Carlson

Alcira Graciela Fidalgo Pizarro 1949 - 1977



domingo, 19 de diciembre de 2010

DESCUIDO


DESCUIDO



Papá era un rolling stone

y mamá

era una hippie obesa

tumbada para siempre

en una enorme poltrona desconchada,

masticando bombones.



Los dos estaban muertos.



Yo rompí

cada espejo

que había en nuestra casa

e incrusté los fragmentos en sus ojos

para que al fin me vieran

como ellos jamás quisieron verme:

el fantasma rasgado

que no puede

apurar los puntos de sutura;

la suicida inconclusa que no sabe

hacer el nudo,

empuñar el arma,

y boquea sin gracia

con el pretexto del agua que le falta

y del vaso quebrado

fatigándole el cuello.




Arte:  "Ophelia's Choice", Sarah Dolby

Mención Poesía “Concurso Interamericano de Cuento y Poesía 2008Fundación AVON, Ciudad de Bs. As. (2008)



miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA PIEDRA EN EL ZAPATO


LA PIEDRA EN EL ZAPATO



Hacía siglos que no pensaba en vos.

A pesar de que tu nombre

está todo el día

dando vueltas en mi cabeza

(el nombre de él,

el nombre del ausente).

Pero hoy desarreglé papeles.

Y apareciste.

En un poema viejo.



Ahora no escribo versos de amor.

Mantengo mi histrionismo a raya.

No puedo darme el lujo de suicidarme

o de volverme loca.

Ahora tengo un hermano muerto

y una madre que llora

acurrucada en la palma de mi mano.



Adiós a los caprichos.



Ahora que perdí a alguien que amaba,

a alguien que realmente amaba

y soy la mujer que empuja

la silla de ruedas.

Me da ternura pensar en lo que fuiste:

una piedra en el zapato

con el escándalo de una pierna amputada.



  
Arte: Vladimir Smathin

  

lunes, 13 de diciembre de 2010

FUTURO


FUTURO



Había ojos

en ese futuro permitido,

ojos que reptaban

sobre la piel preliminar de la mañana

y abrían ese juego de mirarte y mirarme,

el corazón descotado,

la carne germinada.

Había manos,

manos que esparcían

gorjeados y plumas,

mímesis de los gorriones

que fluctuaban,

modestos,

sobre el alambre de viento

de nuestras oscilaciones.

Había una esperanza:

partir y repartir.

Partir  y regresar

a los ojos y a las manos.

Repartir el cuerpo.



Había una sonrisa,

o dos, o tres,

clavadas en la pared

del cuarto donde me serviste

otra copa de vino,

encendiste mi cigarrillo

y me dijiste:

“El futuro es esto:

estos ojos,

estas manos,

esta esperanza que moldea

con su boca caliente

la caligrafía del fuego”.