UN LUGAR AZUL PARA QUEDARSE
“un viento débil lleno de rostros doblados que recorto en forma de objetos que amar” Alejandra Pizarnik
Yo tengo voluntad de río.
Él es un lago.
Tobillos fríos enredados en mis sábanas.
Y esa mano en mi espalda.
“Estás,
aunque sigas dormida.
Estás,
recogiendo las migajas del sueño.
Pisadas leves como huesos de pájaro.
No me voy, no te vayas.”
recogiendo las migajas del sueño.
Pisadas leves como huesos de pájaro.
No me voy, no te vayas.”
Hace veinte años que espero
que me pida perdón.
Por lo que hizo,
por lo que no hizo.
Jamás leyó uno de mis poemas.
Lo aburren los cuentos que yo cuento.
Pero se introduce
entre mi piel y la piel de otra.
La otra que soy yo cuando me alejo.
Ser doble no es mortal.
A veces.
La sangre es un bonito maquillaje para cualquier herida.
Un cosmético que venden las mujeres
de puerta en puerta.
Las lágrimas son, apenas,
un triste aperitivo.
Se sangra más de lo que se llora.
Pero hay tobillos
y una mano en mi espalda.
Los árboles del bosque levantan su cabeza
después de la tormenta.
No hablo de inmortalidad:
hablo de un lago.
Un lugar azul para quedarse.
Todos los anillos están rotos.
Pero este agujero donde deshilvano
las fisuras del aire,
este agujero que se salió de cauce,
este agujero es su casa.
Arte: "Little Windflower", Wendy Ryan
Del poemario "Todos los hombres que me amaron", Ediciones Literarte, 2012
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