CAPITULACIÓN
I
Uno de tus
destinos
se enmarañó en
mi sombra.
No fue un destino posible:
siempre fuiste
tan tuyo
que nunca
fuiste mío.
II
La dictadura de
lo que no nombro
desmenuza
este verso que
crispa.
Más sola
cuando estábamos
juntos.
Menos sola
cuando
despunta,
en mi
verticalidad de hembra,
el vicio de
extrañarte.
III
Desactivar la presencia,
no indagarte
detrás de la
camisa del verano,
en los lienzos
doblados por el llanto,
en el espejo
que muta en
espejismo
(tu piel
arrinconando mis rincones,
la sed
que echa raíces
en la boca).
IV
Romper mi marca de fracasos.
Cómo dolemos
los dos
en la memoria.
La pasión fue
tan corta
que aún perdura.
V
Un agujero de
viento
despromete promesas
(la sangre).
¿Hubo un
jardín?
El sol salpica mis costados
y no me salva.
VI
Soltar las
manos mutuas.
La suma del
tiempo
ejecuta
jornadas lentas.
Ligar tu nombre
al duelo.
Comprender
el espeso
desgano
de los muros.
VII
La negra
anatomía del despojo.
Teorema de mi
lengua amatoria
tu cuerpo
canibaliza recuerdos.
No hay flores
que salven lo
muerto
del rutina de
lo corruptible.
Lápidas mudas
murmurando
la piel distanciada.
VIII
Uno de mis
destinos
se enredó en tu
silencio,
fue un destino posible:
la palabra omitida
daña el grito
de la loba entregada
a la sonrisa
curva del sicario.
IX
Capitular.
Acatar la
sanción a la inocencia.
El amor fue un
lujo transitorio.
Como la vida.
X
La meta era el olvido:
yo llegué primero.
Anticipé la
muerte en cada beso
y cerré
los ojos de la
carne.
Para no cantar
lo cantado.
Para seguir
cantando
esta esperanza
rota.
Arte: "The Parting", Lori Earley
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